lunes, 12 de diciembre de 2016

AMOR PLATÓNICO

AMOR PLATÓNICO


AMOR PLATÓNICO

Cada mañana te veo pasar
yo sentada en mi mesa,
tú elegante y sonriente
pero como siempre, sin saludar.

Traje y corbata de marca.
Perfume que me embriaga.
Inhalo tu aroma,
y se humedece mi braga.

Desde mi puesto te veo
en tu despacho trabajar,
si tuviera el valor de acercarme
y decirte que te quiero besar…

Cada mañana me peleo con mi armario
y no sé qué ropa poner
Sobre este cuerpo inadvertido para ti,
Que se muere por darte placer.

Si pudiera adivinar qué piensas
cuando miras a la nada
mientras muerdes tu labio inferior
y tu mirada se queda parada…

Desde mi cama te sueño cada noche,
te imagino al día siguiente,
acercándote hacia mí
ofreciéndome  tu coche

Y me abrazo a mi almohada,
y miro tu fotografía,
y te sueño en mi cama,
entre mis sábanas frías.


Si yo fuera más alta, más guapa…
Si yo fuera más habladora, más extrovertida…
Si yo fuera más valiente, más atrevida…
Si yo fuera…si yo fuera… si yo fuera…

Pero soy como soy.
Tu presencia me paraliza,
me deja sin aliento,
tu mirada me hipnotiza.

Y empieza otra vez la semana
y hago planes en mi mente
y me digo que seré valiente
 que de esta semana no pasa.

Pero llega el viernes
y otra vez sola en casa.
Te sueño y te pienso en silencio
Por qué no me ves, qué te pasa?

Acaso soy invisible?
Seis años hace ya que trabajo para ti,
seis años ya que suspiro por ti,
y tu imagen y tu aroma se han apoderado de mí.

Tienes esposa e hijos
y pareces feliz
y me siento culpable
por sentir lo que siento por ti.

Y se me pasan los años,
Y no puedo, ni quiero olvidarte.
Serás por siempre mi amor platónico?
O alguna vez conseguiré enamorarte?


 

domingo, 4 de diciembre de 2016

MI PRIMERA EXPERIENCIA LÉSBICA

MI PRIMERA EXPERIENCIA LÉSBICA


Imagen relacionada    



Mi primera experiencia lésbica

Teníamos 14 años, y era el cumpleaños de mi amiga María. Era viernes por la tarde y  estábamos preparando una cena para el sábado por la noche, en el local del padre de otra amiga.

Habíamos comprado bastantes cosas para comer, y para beber solo coca colas, fantas, y poco más, porque no nos vendían alcohol.

Teníamos preparado el equipo de música, como estábamos a las afueras del pueblo, no molestábamos a nadie y nos podíamos quedar hasta tarde bailando y cantando.

Nos íbamos a juntar 8 amigas. Habíamos quedado en disfrazarnos y llevar ropa interior cada una de un color, para ver si nos atrevíamos a terminar la fiesta bailando en bragas y sujetador.
Era un juego, para hacerlo más divertido. Una amiga se lo había oído a su hermana, que lo habían hecho sus amigas en alguna ocasión, y nos pareció buena idea, para hacer algo diferente.

Pero seguíamos con ganas de tener alcohol en la fiesta, supongo que era el deseo de lo prohibido, y más a esa edad.

Al día siguiente por la mañana, me llamó María y me dijo que  ya sabía cómo conseguir alguna botella de alcohol, que fuera a su casa a buscarla, y por el camino me lo contaba.

Así pues, me puse el chándal y las deportivas, y le dije a mi madre que me iba a correr un rato con María. A mi madre no le extrañó, ya que muchos sábados y domingos por la mañana me iba a correr.

Cuando llegué, María estaba en la puerta esperándome, y llevaba unas llaves en la mano, así que le pregunté que donde íbamos, y por qué tanto misterio.

- Vamos al local donde se juntan mis padres con sus amigos los fines de semana. Allí hay bebidas de sobra, y si cogemos alguna botella no se van a enterar, pero tenemos que ir ahora temprano para que no se enteren de que he cogido las llaves, y para que no nos pillen, porque los demás amigos también tienen llave.

Era un local situado en una callejuela estrecha en el centro del pueblo, pero estaba bastante escondido, por lo que un sábado por la mañana, no era fácil que nos vieran entrar, así que con mucho cuidado, y mirando hacia todas direcciones por si alguien nos veía, nos fuimos acercando como dos delincuentes a punto de cometer un delito.

Aquello también era emocionante, la adrenalina corría por nuestras venas, y entre risas nerviosas y miradas furtivas conseguimos llegar y entrar. Ufff!!, ya estábamos dentro, pero lo difícil, iba a ser salir de allí con las botellas y que no nos viera nadie.

Llevábamos una mochila cada una, para disimular, pero aun así, si nos había puesto nerviosas entrar sin nada, salir con las botellas iba a ser súper emocionante, a pesar de que íbamos con un miedo terrible por si nos pillaban, pero la aventura merecía la pena.

Empezamos a buscar por allí, y cogimos un par de botellas cada una. Teníamos que darnos prisa, pero antes de irnos, yo necesitaba ir al baño, se ve que con los nervios, me habían entrado ganas de hacer pis, así que pasé al aseo, y de pronto, oímos la puerta.

Yo estaba en el retrete sentada, y María en la puerta esperándome, pero las dos nos quedamos quietas como estatuas.
Allí no había donde esconderse. Era un local rectangular, con un par de aseos al fondo.

Lo único que había era una pequeña barra de bar, pero era imposible llegar allí sin que nos vieran.
Desde el baño, pudimos ver que era uno de los amigos de su padre.

- No pasa nada, dijo María, seguro que ha venido a por alguna cosa que se le ha olvidado y se va enseguida, no creo que venga hasta aquí.

En el local, había una  mesa muy larga rodeada de sillas, y también había otra zona separada por tres sofás, con una gran televisión.

En un lateral la barra de bar, con algunos muebles de cocina, un frigorífico y un congelador grande, y al fondo los aseos.

Sebas, que así se llamaba aquel señor, se fue al frigorífico, cogió una cerveza y se sentó en un sofá a ver la televisión tranquilamente.

María y yo nos miramos y encogimos los hombros con desesperación.

No podíamos hacer otra cosa que esperar en silencio hasta que se fuera, pero era tan raro que estuviera allí, que estábamos desconcertadas y a la vez muertas de miedo.

Qué íbamos a decir si nos veía?, se lo contaría a los padres de María y adiós fiesta!!

De repente se levantó, y se llevó la mano a su paquete, un gesto bastante típico en los hombres, y mientras se lo colocaba, vimos como venía hacia nosotras.
La cerveza le había dado ganas de orinar y venía derecho al baño, nos habían pillado!!

- Vaya, vaya, a quién tenemos por aquí?, qué estáis haciendo chicas?

Por su tono, pronto nos dimos cuenta, de que esa cerveza no era la primera que se tomaba aquella mañana.

- Hemos venido a por unas cosas que me ha pedido mi madre, pero ya nos íbamos, no te preocupes, no te molestamos más, le dijo María.

- Molestar?, no me molestáis. Qué lleváis en las mochilas?

- Ya te lo he dicho, unas cosas que me ha pedido mi madre.

- Bueno, pero puedo saber qué es lo que te ha pedido tu madre tan urgente un sábado por la mañana?
Cogió una de las mochilas y miró dentro. Cuando vio las botellas….

- Así que tu madre te ha pedido botellas de bebida?, Por qué será que no me lo creo?

- Está bien, es mi cumpleaños, y vamos a hacer una fiesta esta noche, pero no podemos comprar alcohol, así que pensé que nadie echaría en falta unas botellas aquí, pero por favor no se lo digas a mis padres, que si no, me castigarán sin la fiesta de esta noche.

- No te preocupes guapa, esto no tiene por qué salir de aquí.

- Muchas gracias Sebas, ya nos vamos y te dejamos tranquilo.

-Dónde vais tan deprisa?, me apetece que os quedéis aquí a hacerme compañía. He tenido una mala noche.

- Es que tenemos un poco de prisa, aun nos faltan cosas por comprar y quiero devolver las llaves antes de que mi padre las busque y no las encuentre.

- No te preocupes, tus padres no se van a enterar, pero esto es un trato entre vosotras y yo.
Yo no diré nada, pero tendréis que hacer algo por mi, no???, yo creo que es lo justo.

- Está bien, y qué quieres que hagamos?, No nos irás a hacer nada verdad?

La verdad es que Sebas era de los más jóvenes de la cuadrilla de sus padres. Llevaba poco tiempo casado, y acababa de tener un bebé hacía unos meses, y parece que no le iban muy bien las cosas con su mujer.

Tenía unos 40 años, 1’80 m, complexión atlética, moreno, ojos verdes….vamos…que estaba muy bueno, o al menos a mí me lo parecía, y en alguna ocasión se lo había dicho a María, que el amigo de su padre estaba como un “queso” de rico.

- Bueno, yo no os voy a hacer nada, a no ser que vosotras queráis, pero….algo tenéis que darme a cambio de mi silencio. 

- Dime qué quieres!, exclamó María un poco alterada ya por la situación.

- A ver , María , guapa, no te enfades, porque lo podemos pasar muy bien los 3 aquí juntitos.

- Pero cómo?

- Vosotras sois muy amigas, verdad?

- Si, y qué?

- Las chicas siempre vais juntas al baño, os habéis tocado alguna vez entre vosotras?

- Y eso qué tiene que ver?, No entiendo qué es lo que quieres Sebas.

- Pues lo que quiero, es que os hagáis algo entre vosotras, estoy seguro de que no es la primera vez.

La verdad, es que alguna vez entre nosotras nos habíamos dado algún beso, por probar a ver que se sentía, y también nos habíamos mostrado nuestras partes íntimas, comparando a ver quién tenía más vello, y esas cosas que nos parecen tan curiosas a esas edades, pero nada más que eso.

El caso, es que a mí, toda aquella situación, me estaba dando un morbo terrible, así que le dije a María, - Venga, no te enfades, no nos cuesta nada darnos unos besos, puede ser divertido.

- Claro María, hazle caso a tu amiga, y daros unos besitos para mí.

Soltamos las mochilas y nos acercamos una a la otra. Nos quitamos la parte de arriba y nos quedamos en sujetador. Cogí a María por detrás  y empezamos a besarnos.


Le miramos, y vimos que se estaba tocando, y aquello nos empezó a excitar a las dos.

Nos fuimos al sofá, y allí seguimos quitándonos ropa. Nos quedamos un rato con las con las braguitas puestas.

Seguimos besándonos, y empezamos a tocarnos, primero las tetas, y después noté como María cogía mi mano y la llevaba a su sexo. Empecé a tocarla, estaba muy húmeda, tanto como yo. No hizo falta que yo cogiera su mano, antes de darme cuenta, ella ya estaba acariciándome a mí también, sintiendo mi humedad como yo sentía la suya.

Sebas se había desnudado, y estaba en uno de los sofás mirándonos y masturbándose, con una cara de vicioso adorable.

Nosotras seguimos tocándonos y besándonos. La verdad es que tampoco sabíamos hacer mucho más, así que Sebas nos dijo que por qué no nos lamíamos nuestro sexo la una a la otra.

Me quité las bragas y me tumbé en el sofá, y empecé a sentir la lengua de María en mi coñito de 14 años, aquello me gustaba, ohhh Dios, como me gustaba!!. Empecé a tocarme las tetas y a pellizcarme los pezones yo sola, mientras mis caderas se balanceaban arriba y abajo, sintiendo un placer que no había sentido antes.
Acariciarme con el dedo si lo había hecho otras veces, incluso había tenido orgasmos, pero la humedad de aquella lengua….era una experiencia nueva, y me estaba gustando.

Tal vez la situación, ver cómo nos miraba aquel hombre mientras se pajeaba excitado con nuestros cuerpos de niña, ver aquel pene duro entre sus manos, y su cara de placer y morbo….
  
María siguió chupándome hasta que me corrí en su boca, y a continuación cambiamos de posición, y fui yo la que empecé a chuparle todo. Comencé despacio, jugueteando con mi lengua entre sus labios menores y mayores, buscando su clítoris para hacerla disfrutar tanto como ella a mí. 

Yo seguía muy excitada, saber que Sebas estaba justo detrás observando me tenía completamente descontrolada sexualmente, así que, elevé mi culo hasta ponerlo en pompa, invitando a Sebas a entrar dentro de mí.

Enseguida se dio cuenta de mi deseo, y se acercó hasta mí por detrás, sentí como me ponía una mano en la cintura, y con la otra empezó a acariciarme. Noté como metía un dedo en mi vagina, y luego dos, yo estaba chorreando, y al momento noté como empezaba a entrar su polla dura, muy dura, dentro de mí.
Empezó con movimientos muy suaves. Una mano estaba en mi cintura, y la otra agarrando mi hombro, con esa mano me movía hacia adelante y hacia detrás cada vez que él empujaba.

Yo seguía chupando a María, estaba excitadísima. Las dos gemíamos de placer. Estuvimos así un buen rato, disfrutando cada segundo, hasta que primero se corrió María en mi boca, después me corrí yo sintiendo aquel falo caliente y después noté como Sebas se corría dentro de mí.

Su semen empezó a resbalar por mis muslos. No podía verle porque estaba detrás de mí, pero podía oír su respiración agitada, y se dejó caer en uno de los sofás.

Nosotras nos tumbamos juntas, nos miramos, y nos sonreímos y nos besamos una a la otra dulcemente.

Fue una experiencia maravillosa. María y yo descubrimos como darnos placer la una a la otra, y desde aquel día lo repetimos varias veces. En su casa, en la mía... y alguna vez incluso en las duchas del gimnasio del instituto, pero esa es otra historia que ya contaré en otra ocasión.


                        


miércoles, 23 de noviembre de 2016

PON UN CONSOLADOR EN TU VIDA

PON UN CONSOLADOR EN TU VIDA



Pon un consolador en tu vida

Histeria femenina, útero ardiente o sofocación de la matriz,

Siempre hay alguna excusa para que la mujer no sea feliz.

El hombre siente deseo y se masturba, y por todos es aceptado.

La mujer siente deseo y se consuela en un lugar apartado.

En la Inglaterra victoriana, acudían a consulta,

Las ”féminas histéricas”, ya fueran jóvenes o adultas

Y el médico su clítoris suavemente acariciaba,

Así la histeria femenina, era calmada y curada.

El deseo sexual femenino, era una enfermedad,

Y por eso el médico, a las mujeres debía curar.

Estaba mal visto que las damas entraran solas a consulta,

Por eso entraban acompañadas de madres, hermanas o maridos,

El doctor trabajaba la zona de la mujer adulta,

Y esta llegaba al orgasmo con agradables gemidos.

Cansado y dolorido de usar su mano el doctor,

Inventó un aparato al que llamó vibrador,

En los años 20, era común que las mujeres tuvieran uno,

Pues para promocionarlo, dijeron que prevenía el envejecimiento prematuro.

“ La vibración promueve la vida y el vigor,

Usted no enfermará jamás y se sentirá mucho mejor”

Pero lo que fue  tan aceptado en los años 20,

Se tiró por tierra en los años 50,

Pasó de ser un gran invento de repente

A ser un juguete sexual que de pronto no se acepta.

Desaparecen de revistas femeninas, catálogos y estantes,

Donde se habían vendido durante casi medio siglo antes.

Nos ha costado avanzar y admitir

Que la mujer tiene derecho a gozar y a sentir.

Por suerte hoy en día es fácil conseguir un consolador

Y las mujeres podemos apaciguar así nuestro furor.

Este aparato es ahora de gran aceptación

Y casi todas tenemos uno en nuestra habitación.

Ya seas casada, viuda o soltera

Puede ser tu amante durante una noche entera,

No te hará reproches, ni tendrá celos, ni dudas,

Y sirve para jóvenes, adultas y / o maduras.

Ten siempre a mano unas pilas en tu mesita,

Por si acaso tu pareja no te excita

Coge a tu amigo “el consolador”

Y ponlo en tu sexo con mucho amor,

Tu mano maneja el aparato,

Y te hará gozar durante un buen rato.

Este amiguito nunca te dejará a medias,

Porque con él, tu pones las reglas.

No hay peligro de que se corra,

Ni de embarazo, ni de enfermedad,

Quebraderos de cabeza que te ahorras,

Y disfrutas de él hasta la saciedad.

Así que por eso te digo amiga mía,

¡¡¡PON UN CONSOLADOR EN TU VIDA!!!




viernes, 18 de noviembre de 2016

ÉL MI CAPRICHO Y YO SU DESEO

ÉL MI CAPRICHO Y YO SU DESEO






Cuando era adolescente, en los años ochenta, por motivos de trabajo de mis padres, nos fuimos a vivir a un pueblecito del norte.

Allí viví plenamente mis inicios en la sexualidad. Todo se prestaba a ello. Mi edad, que propiciaba más las salidas, y también la diferencia de vivir en un pueblo a vivir en una ciudad es importante a la hora de salir a una edad temprana, pues en un pueblo parece que la gente sale desde más jovencita, ya que los peligros suelen ser menores que en una ciudad.

Sea como fuere, allí estaba yo, viviendo una vida nueva, una vida diferente.

Cambié mi uniforme de las monjitas por vaqueros ajustados. Mi bufanda de lana, por una palestina, mis zapatitos de niña con mis calcetines de punto, por deportivas y botines.
Mi pelo largo con horquillas de colores, por un corte punk. Mi cara pálida con pecas, por una buena capa de maquillaje, sombra de ojos, colorete y rojo carmín en mis labios.

Pronto hice amistades. La gente del allí era muy sociable y enseguida hicieron que toda mi familia y yo nos sintiéramos parte del pueblo.

Empecé a salir con chicos y con chicas en pandilla. Probé mis primeros cigarrillos, y cogí mi primera borrachera.

Todos nos adaptamos muy bien a aquel entorno. Mis padres compraron un piso en una urbanización nueva a las afueras del pueblo. Vivían pocos vecinos por allí todavía.

En nuestro portal quedaba por vender todavía el piso de enfrente de nosotros, pero en menos de un año lo compró un matrimonio algo más jóvenes que mis padres. Tenían una pareja de mellizos, niño y niña de 8 años.
Eran muy agradables. Mi madre y  Ana, la nueva vecina, pronto hicieron amistad, ya que tenían algunas aficiones comunes, y pronto también mi padre y el nuevo vecino, Alfredo, fueron cogiendo confianza, así que de vez en cuando, preparaban un aperitivo el fin de semana y se lo tomaban juntos en nuestra casa o en la de ellos.

Poco a poco fueron intimando cada vez más, y los aperitivos se convirtieron en una paella seguida de una larga sobremesa con  café, copa y puro.

Fueron pasando los meses y la amistad y la confianza entre las dos familias se fue haciendo cada vez mayor.
Nosotros no teníamos familia allí, y ellos tampoco, pues se habían trasladado también por motivos de trabajo a vivir allí.
Así que, empezamos a celebrar cumpleaños como una gran familia, todos juntos, y también la Navidad.

Ellos de vez en cuando salían con compañeros de sus trabajos y nos dejaban a los niños en casa.
En algunas ocasiones, si iban a volver muy tarde, me pedían que me pasara a cuidar de los mellizos a su casa, y yo pasaba allí la noche entera.

Una noche que me quedé de canguro, no era muy tarde, yo estaba leyendo un rato antes de dormirme porque no tenía sueño, y en aquella época la televisión no emitía gran cosa, y los niños ya se habían dormido. Esa noche oí la puerta muy pronto y salí enseguida a ver qué pasaba, pues era raro que volvieran tan temprano.

Me asomé a la entrada y no vi a nadie, pero de repente escuché la cisterna del váter, y a continuación se abrió la puerta.

Era Alfredo, - Buenas noches, me dijo. Se han dormido ya los mellizos?- Si, contesté yo.

- Cómo es que has vuelto tan pronto?, si no es indiscreción.

- Ana se ha quedado con unos compañeros de trabajo, dice que luego la traían a casa, y yo, la verdad es que me estaba aburriendo un poco, y no tenía muchas ganas de seguir la fiesta, así que he dicho que no me encontraba bien y me he vuelto a casa.

- Bueno, pues entonces yo ya  me marcho a la mía.

- No mujer, no te vayas tan pronto. Si me encuentro bien, es solo que me aburría la conversación y he preferido venirme, pero no tengo sueño, y Ana llegará tarde, ella estaba muy animada.

La verdad es que Alfredo tenía unos ojos azules que quitaban el hipo, pelo castaño claro, rizado, un cuerpo de deportista que me embelesaba, y una sonrisa…que sonrisa!!, con un hoyuelo que le salía en un lado de la cara… esa cara con una media barba que le quedaba de maravilla. Vamos, que se me mojaban las bragas cada vez que estaba cerca de él, pero nunca me había insinuado, aunque me gustaba y me atraía desde el primer momento en que le vi, pero yo sabía que aquello solo podía ser un capricho, un capricho imposible de conseguir, y que nunca llegaría a nada, pues a él se le notaba enamorado de su mujer, y yo solo era una cría.

 Por otra parte, yo nunca había notado nada por parte de él tampoco, pero aquella noche…aquella noche él venía con unas claras intenciones de seducirme, y lo cierto es que no le iba a costar trabajo, porque a mí se me caía la baba solo con mirarlo.

Era la primera vez que  estábamos los dos solos. Me sudaban las manos y él notó que yo estaba nerviosa.

- Venga, no te vallas, quédate un ratito conmigo, y si te aburres, pues te marchas.

- Está bien, me quedo un poquito más, y después me voy.

- Cuéntame, qué tal te vas adaptando al pueblo?, tienes algún amigo especial?

 Me puse colorada como un tomate, Cómo iba a imaginar que iba a preguntarme algo así?

- Pues no, contesté yo, la verdad es que tengo amigos, pero no hay ninguno que me guste en especial.

- Pero habrás estado ya con algún chico, no?

Un color me iba y otro me venía…A qué estaba jugando?, Qué pretendía? Desde luego que si lo que quería era ponerme más nerviosa, lo estaba consiguiendo, pero a la vez esas preguntas me ponían cada vez más “cachonda”, así que decidí seguirle un poco el juego, a ver hasta donde era capaz de llegar.

- SI, he estado con alguno, pero los chicos de mi edad no me atraen demasiado, no saben hacer nada. Solo algún beso, intentan tocarme las tetas…pero nada más.

- Nada más?, y qué te gustaría que te hicieran?

- Pues es que yo, lo que siento palpitar cuando estoy excitada, es mi vagina, y es ahí donde me gustaría que tocasen, pero no sé si no se atreven, o no saben….Qué crees tú que puede ser?, Tu cuando eras adolescente, qué les hacías a las chicas?

- JaJaJa, se rió, en mi época no podíamos hacer mucho, siempre llevábamos carabina, pero si te puedo decir lo que haría ahora si tuviera delante a una chica preciosa como tú.

Estaba claro, quería algo conmigo, y yo me estaba poniendo caliente como una perra en celo. Desde luego que si se lanzaba, no me iba a negar, así que decidí provocarle un poquito.

- Y dime, qué me harías?

Estábamos sentados en el sofá del salón, uno en cada extremo, y de pronto se incorporó un poco y se acercó para sentarse a mi lado.
Me puso la mano en la pierna, y empezó a subirla lentamente hasta llegar a mi sexo.

- Dime, es aquí donde sientes las palpitaciones?

- Sii, dije yo con la voz medio quebrada.

Yo estaba en pijama, así que era fácil meter la mano por la goma de mi pantalón.

Deslizó su mano por mi cintura bajando con sus dedos entre mis bragas hasta mi vagina, y empezó a acariciarme muy suavemente el clítoris.

- Dime, te gusta lo que te estoy haciendo?, Es esto lo que te gustaría que te hicieran los chicos?, Te referías a esto cielo?

A penas salió un balbuceo de mi boca, mientras asentía con la cabeza.

Entonces empezó a besarme por el cuello, mientras seguía acariciando mis partes más íntimas. Un escalofrío recorría todo mi cuerpo al sentir su respiración tan cerca. Mmmm, además, qué bien olía!

Noté como iba buscando mi boca, y me giré para que se encontrara con la mía.
 Empezamos a besarnos. Yo nunca había estado tan excitada. Tenía ganas de morderle los labios, y sin darme cuenta, mi mano estaba en sus pantalones, tocando su pene que estaba duro, muy duro.

Empecé a desabrocharle el pantalón para meter la mano por dentro. Yo quería tocar carne, quería sentir calor…
Se levantó un poco y me ayudó a bajarle los pantalones. En un momento nos quedamos los dos desnudos, en el salón de su casa, en su sofá.

Nos seguimos besando. Él recorrió todo mi cuerpo con su lengua húmeda, muy húmeda, pero no más que mi coño que ya estaba chorreando fluidos vaginales por mi entrepierna de lo excitada que estaba.

Me dejé caer en el sofá, y mis piernas se abrieron como se abre una almeja con el calor, y entre mis piernas abiertas su cabeza, que yo sujetaba con ambas manos, como reteniéndola para que no se apartase de allí hasta que no me llevara al orgasmo.

Su lengua lamía mis labios menores y mayores, y jugaba con mi clítoris, dándole un suave masaje.

Era todo un maestro. Me encantaba. Mis piernas cada vez se abrían más, y mi cuerpo no podía parar con un movimiento rítmico hacia arriba y hacia abajo. Era como un baile sensual de mis caderas que pedían más y más. Estaba flotando, nunca había sentido tanto placer en mi vida, y él lo sabía, igual que sabía cómo hacer disfrutar a una mujer. Subió sus manos hasta mis pezones que estaban duros, muy duros, y empezó a pellizcarlos, primero sutilmente y después cada vez apretaba un poquito más, y yo me moría de gusto, era una sensación tan…tan…tan...hummmm, no pude más y me corrí en su boca.
Por unos minutos quedé extasiada, y mientras tanto, él me acariciaba dulcemente, al mismo tiempo que sus ojos recorrían todo mi cuerpo con una mirada lasciva y de deseo, su deseo por seguir haciéndome disfrutar.

Aquel fue el primero de los muchos encuentros que mantuvimos durante un año.

Aprovechábamos siempre que su mujer no estaba, o si yo me quedaba sola en casa.

Siempre rozando el peligro por si nos pillaban. Eso lo hacía todavía más excitante y morboso.

Alfredo fue mi capricho, y el hombre que se llevó mi virginidad. Y yo fui su deseo, ya que aunque no lo parecía, su mujer no le excitaba. Realmente lo que deseaba, era el cuerpo de una adolescente, una joven complaciente y encaprichada de un hombre veintisiete años mayor, que le dio durante un año el placer y la satisfacción que no encontraba en el cuerpo de su mujer.





viernes, 11 de noviembre de 2016

LA PETITE MORT



LA PETITE MORT




LA PETITE MORT


Regreso a casa a las diez
hoy el trabajo fue duro
las cuentas no riman bien
la empresa está sin un duro
un ERE está al caer,
qué frágil es mi futuro!

Ella me espera sentada
(con poca ropa se viste)
parece algo excitada,
su timidez desinhibe
y un beso largo regala
a mi lengua, que se rinde.

En sus ojos lleva “sombra”,
por carmín, rojo ligero,
su pelo los hombros rozan,
los hombros al descubierto.
Picardías color rosa,
negro “noche” el liguero.

Me seduce en la alcoba
con strip-tease amateur,
cadenciosamente deshoja
el otoño de su piel,
con su mirada provoca
mi lujuria encender.

 Soy su único espectador
primera fila en el cielo
inmejorable su show
suma desnudez al momento,
se baja el sujetador
turgentes asoman sus pechos

Hago fiesta en un pezón
con la punta de mi lengua
lo rodeo con tesón
(todos mis problemas menguan)
y atisbo una erección
epicentro en mi bragueta.

Mis dedos cruzan la frontera
tupida de su matriz,
mis dedos rozan apenas
los rizos de su jardín
y en él hace primavera
palmo a palmo mi nariz.

Poco a poco siento anhelo
por descubrir su cobijo,
enredándome en su vello
que riza un rojo cobrizo,
en expedición mis dedos
buscando el tabú prohibido.

Su piel se eriza en segundos
mis dedos… de avanzadilla
uno de ellos lo sucumbo
al borde de su guarida,
lánguidamente lo hundo…
ella se estremece y suspira

Noto mi “corazón” adentro,
en su gruta tan ardiente
mi otro corazón siento
que palpita a ciento veinte
salgo de ella… en ella entro
¡Laura cree que se muere!

Sus pezones son dos rocas
que rocío con saliva
ambos, pasto de mi boca
se va “endureciendo” mi vida,
ella por entero, absorta
y yo… extasiado en su vagina

Abandono su humedal
retirando a mis soldados
mi boca quiere probar
su néctar, sabor salado
y aterrizo sin dudar
donde Dios puso el pecado.

Mi lengua roza su carne,
salinas son sus especias,
cuanto más pruebo, más hambre!
del ritmo de sus caderas,
Laura despacio abre
la custodia de sus piernas

Y le introduzco de nuevo
mi dedo (el corazón)
con él, dentro jugueteo
rugoso es su interior
pinto círculos pequeños
en sentido del reloj

Mis labios poso en sus labios
(los de abajo, me refiero)
mi pantalón estallando
y Laura en pleno vuelo,
sus caderas meneando
bailando a ritmo lento.

Mis manos apresan sus pechos
acaricio sus dos cimas
Laura se quema en mi fuego
su sexo perfuma vida,
ahora es un caramelo
que lamo de abajo a arriba

Logró su propósito mi lengua…
siento su placer latir,
sus piernas, sutilmente tiemblan
su miel va llegando a mí,
su voz esboza a tientas:
“Mi amor, me… voy… a morir!”…

Me agarra fuerte del pelo
y yo acelero el baile,
le regalo un par de dedos
(van de hacia atrás a adelante)
Laura grita jadeos
antes de que su alma estalle!

Y se muere gota a gota
del zumo de la pasión,
y nos envuelve el aroma
lubrica un intenso olor
y entre susurros me implora
que en ella penetre mi amor.


 

miércoles, 9 de noviembre de 2016

MADURA Y JOVENCITO


MADURA Y JOVENCITO




MADURA Y JOVENCITO

Todo empezó una tarde en un chat en el que publiqué algunos de mis relatos más picantes.

De repente empezaron a entrarme mensajes de chicos de todas partes, y lo que más me sorprendió, es que había muchísimos chicos muy jovencitos.

A mí siempre me han gustado los hombres más mayores que yo, por algún motivo, desde niña prefería estar con adultos a estar con chicos de mi edad, y no solo me pasaba a mí, había más chicas que se sentían como yo atraídas por hombres maduros,aun hoy a mis cuarenta y tantos, siguen gustándome los hombres más mayores que yo, pero yo ignoraba que esto también sucedía a la inversa hasta esa tarde.

Comencé a hablar con algunos, pero era imposible mantener la conversación con tantos.

De pronto entró en mi móvil una notificación por otra aplicación diferente a las normales.
Era un chico que había visto mis relatos, y decidió contactarme a través de otro medio, ya que por el chat no lograba hablar conmigo.

Marcos, de Madrid, estudiante de telecomunicaciones, y de tan solo 23 años, atraído por mis relatos, me saludó amablemente y sin darnos cuenta iniciamos una conversación de más de una hora.

Las conversaciones empezaron a hacerse cada vez más frecuentes, empezamos a intercambiar fotografías y los diálogos cada vez eran más calientes y excitantes.

Pasado un mes aproximadamente, seguíamos en contacto, y cada vez de forma más frecuente.
Nos separaban 400 kilómetros, pero empezamos a plantearnos la opción de vernos, pues nuestro deseo era cada vez más intenso.

Le invité a pasar un fin de semana en mi casa, y el aceptó.

Llegó en tren y fui a recogerle a la estación.  Confieso que mientras le esperaba estaba mucho más nerviosa que en cualquier otra cita anterior. Marcos era de la edad de mi hijo. Dios mío!!, Qué estaba haciendo?, por un momento estuve a punto de marcharme, pero luego pensé en él, y lo mal que se sentiría si le dejaba plantado a tantos kilómetros de su casa, y no pude más que quedarme, ya no había vuelta atrás.

No tiene por qué pasar nada entre vosotros, me repetía a mí misma para calmar mi conciencia, que por alguna razón me machacaba diciendo que aquello no estaba bien.

Es extraño, porque cuando yo, con 16 años mantenía relaciones con hombres que me doblaban la edad o incluso más, no tenía esa sensación de estar haciendo algo malo. Supongo que era la voz de la madurez, que a veces nos impide realizar este tipo de fantasías.

Allí estaba Marcos. Era un chico muy guapo, con un buen cuerpo de gimnasio. Seguro que podía tener a cualquier chica de su edad, pero estaba aquí conmigo. Me confesó que estaba muy nervioso también, que nunca había hecho nada parecido.

Salimos de la estación y nos montamos en mi coche. Era tarde, así que fuimos a cenar algo a un restaurante antes de ir a mi casa para romper un poco el hielo.

El trayecto en el coche fue inquietante, no me sentía incómoda, pero una sensación muy extraña invadía mi cuerpo.

Durante la cena, nos fuimos relajando, empezamos a hablar de nosotros, a reírnos y a disfrutar.
Terminamos de cenar, y por fin, el momento que más temíamos y deseábamos a la vez, la hora de ir a casa.

Entramos, llevamos sus cosas al dormitorio y le pregunté que si quería tomar algo invitándole a que me esperara en el sofá del salón, mientras me ponía un poco más cómoda.
Él asintió, y le llevé una botella de champagne que previamente había puesto a refrescar para la ocasión. Saqué un par de copas y le dije que abriera la botella y sirviera una copa para cada uno, que yo volvía enseguida.

Era junio y ya hacía calor, así que me puse un fino camisón transparente de gasa negra, con un tanga a juego.
En nuestras conversaciones, él ya me había manifestado su gusto por la lencería negra, en especial los tangas.

Me acerqué y me incliné para coger mi copa, dejando ver mis pechos por encima del escote.

Mi mirada fue derecha a sus genitales que se advertían completamente hinchados bajo su pantalón.

Me senté a su lado, brindamos, dimos un sorbo a nuestras copas, las dejamos sobre la mesa, y en un impulso desenfrenado, se lanzó encima de mí.

Empezamos a besarnos como locos. Le desabroché la camisa y empecé a acariciar ese torso bien moldeado, esos abdominales, hummmm, cada vez estaba más húmeda y le deseaba más.

Él bajó los tirantes de  mi camisón y empezó a besarme por el cuello, bajando hasta mis pezones que estaban duros y puntiagudos.

En unos minutos estábamos los dos completamente desnudos en el salón.

 Le cogí de la mano, y le llevé hasta el dormitorio. Le tumbé en la cama. Estaba claro que la que dominaba la situación era yo. Este chico se dejaba llevar. Empecé a besarle de arriba abajo, lamiendo todo su cuerpo.

Su pene estaba para reventar, y yo deseaba probarlo, así que me detuve en él y empecé a chupárselo como nunca se lo habían hecho antes. Estaba extasiado, tumbado en la cama casi inmóvil de placer, pero yo no quería que se corriese, todavía no. Quería sentir su cuerpo fundido con el mío mientras me penetraba con aquel miembro impresionante.

Me senté encima y comencé a cabalgar como yegua desbocada. Ambos empezamos a gemir. No podíamos parar de besarnos y de follar, era como una adicción.
Llegó el primer orgasmo, y pude sentir como se corría dentro de mi. Es una sensación que siempre me ha vuelto loca. Sentir dentro de mi vagina el calor del semen, y después como chorrea por mi sexo hasta llegar al culo.

Después de un descanso, entre caricias y algo de conversación, volvimos a calentarnos y empezamos de nuevo.

Le pedí que me comiera el coño, con esas palabras, porque yo sé que resultan mucho más excitantes.

Era hora de empezar a tratarle como a un hombre. La primera lección estaba servida. Empezó a chuparme, y poco a poco le fui dirigiendo hacia mis puntos más sensibles, le fui marcando el ritmo, la presión que debía ejercer con su lengua sobre mi clítoris…hummm, aprendió enseguida, lo hacía muy bien. A mí siempre me ha gustado recrearme cuando tengo una lengua chupándome ahí abajo. Le tuve 20 minutos, enseñándole y degustando mis fluidos hasta que no pude más y me corrí en su boca.

Volvimos a quedarnos agotados e hicimos otro descanso. Ya eran las 3 de la madrugada y seguíamos con ganas de más.

Le pedí que me follara, esta vez  a cuatro patas, y él aceptó encantado. Me puse en posición, y enseguida noté como me penetraba, mientras me sujetaba por la cintura, dándome al principio suaves embestidas que se fueron transformando en salvajes por momentos. Yo estaba gozando, pero creo que él aun disfrutaba más, por sus sonidos y por su gemido final cuando se corrió de nuevo dentro de mi, yo diría que él nunca había tenido un sexo tan placentero con nadie antes de aquel día.

La madrugada iba pasando y los dos estábamos exhaustos. Nos abrazamos y nos quedamos dormidos uno en brazos del otro.

A la mañana siguiente, nos despertamos tarde. Yo me levanté primero y preparé café.
Llevé una taza para cada uno a la cama y le desperté con un suave beso en los labios.
Abrió los ojos, me miró, y con una dulce sonrisa me dijo: - Eres increíble, ha sido la mejor noche de mi vida. Le sonreí y le dije que se tomara el café.

Su tren salía de vuelta para Madrid en 2 horas. Teníamos el tiempo justo para desayunar, ducharnos y marchar para la estación.

Le invité a ducharse conmigo, y no lo pensó dos veces. Nos metimos en la ducha. Nos enjabonamos el uno al otro, y empezamos a besarnos. Me di la vuelta, me agarre al grifo e incliné mi culo porque deseaba sentir dentro otra vez, tal vez por última vez su polla dentro de mi. No tuve que darle más explicaciones. Rápidamente se dio cuenta de lo que yo le estaba demandando y empezó a follarme y volvimos a corrernos de nuevo. Nos temblaban las piernas y  terminamos sentados en el suelo de la ducha mientras nos caía el chorro de agua caliente que resbalaba por nuestros cuerpos, igual que su semen chorreaba por mi entrepierna y el agua se lo iba llevando.

Era hora de vestirnos y marcharnos a la estación.

No estuvimos juntos ni 24 horas, pero mereció la pena.

En la estación nos despedimos prometiendo seguir en contacto y repetir la experiencia, pero lo cierto es que poco a poco dejamos de escribirnos y de hablar. De vez en cuando nos saludamos por teléfono. Él me cuenta sus aventuras y yo las mías, pero cada vez con menos detalles.

Hace más de dos meses que ya no hablamos, pero recuerdo la última conversación que tuvimos, y me dijo: Gracias, porque hasta que no estuve contigo, no supe como había que tratar y amar a una mujer.

domingo, 6 de noviembre de 2016

"S" DE MUJER



"S" DE MUJER





"S" DE MUJER


S de mujer sensual, seductora  y sublime.

S que dibuja cada curva de su cuerpo.

Su cintura, sus piernas,  sus senos.

S del sabor  de sus fluidos que relamo por cada rincón  de su sexo.

S suculento manjar que son sus labios mayores y menores y con los míos me deleito.

S que dibujan sus labios, su lengua y su saliva  al resbalar por mi miembro.

S del susurro de su nombre mientras beso sus mejillas, su nariz, su boca, su cuello.

S del sudor  que desprendemos cuando nos amamos, nos fundimos en un abrazo cálido y tierno.

S de su silueta, que  al verla en la oscuridad  de mi cama, me excita hasta el orgasmo y mi semen
 sobre ella mi pene derrama.

S de suspiros que derrocha cuando hacemos el amor entre sollozos y gemidos.


Esa  S  de saliva de su boca diabólica, que  me aturde, me embelesa, me envenena,  me desarma con sus luces, con sus sombras, con sus ácidas palabras.

S de los sueños que tuvo y que retuvo desde su más tierna infancia.

Semen, sudor y sexo, son palabras que me vienen a la mente cada vez que en ella pienso.

Esa S de mujer que en su nombre no aparece, pero cuando pienso en ella, la describe mejor que cualquier poema, canción o verso.

S, una sola letra que me inspira para describir al más bello ser que en la tierra sus pies ha puesto.




lunes, 10 de octubre de 2016

Eva y Adán


Eva y Adán




EVA Y ADÁN


En el jardín del Edén
habitan Adán y Eva
él se muestra desnudo ante ella
y ella luce radiante ante él.

Ven hasta mí,
 mi amado marido,
quiero que bebas mis flujos
y comas mi fruto prohibido.

Adán se acerca despacio
acaricia sus pechos
besa sus labios
invade su espacio.

Querida Eva,
 está bien lo que hacemos?
Los dos nos amamos,
qué hay de malo en ello?

No acierto a saber,
por qué tanto prejuicio,
Pero si nos dejamos llevar,
iremos a juicio

Deseo tu cuerpo,
tocarlo, besarlo,
quiero sentirte dentro
por favor , no dudes, hazlo!

Eva, quiero comer de tu fruto
desde hace tiempo por mi anhelado,
pero si lo hago, has de saber
que ambos seremos castigados.

Por qué se castiga algo tan puro?
acaso no sabe el que puso las leyes
que no hay nada más bello,
que dos cuerpos desnudos?

Adán se funde con Eva,
penetra en su cuerpo,
acaricia sus senos,
cae rendido ante ella.

No has vertido en mi tu simiente,
nos lo habían prohibido,
ahora si te preguntan
miente!!!

No voy a mentir,
quiero gritar al mundo
que te amo y te deseo,
aunque ello suponga morir.

Este acto es solo para procrear,
si incumplimos las normas,
si lo hacemos por placer,
nos acusarán de pecar.
 
Vamos a amarnos entonces,
llegaremos hasta el final,
si vamos a morir por ello,
que al menos sea un pecado original.












jueves, 6 de octubre de 2016

Bragas Negras

 
 
 
 
BRAGAS NEGRAS
 
 
Prenda sutil y delicada,
Color negro, textura fina
En tu cadera coloreada,
¡como te fijas en mi retina!
Braga negra, braga adorada
compañera eterna del placer,
celestina de vírgenes y hadas,
y cómplice hasta el amanecer.
¡Braga de mi amada
bella y adorada,
lentamente y ágil, te deslizas
y entre sus muslos te colocas.
¡Oh! braga de anhelo quitada,
guardiana celosa del tesoro,
mi deseo libidinoso se suicida,
deprisa, deprisa que muero por no verte
deprisa, deprisa que no vivo sin verte.
Bajarte de tu pedestal,
muy lentamente con las manos.
Lanzarla donde caiga, 
Sin ella a por ella.
Desprendes perfumes de sales,
efluvios de amada en celo,
que alegran mis fosas nasales,
cuando con pasión te huelo.
¡Oh! braga embelesada,
mi alma ante ti se inclina,
pones mis carnes empinadas,
y mis sentidos enajenados.
De tus bragas negras
Se llene mi estancia,
impregnada de la fragancia
que emana entre tus nalgas.
Braga negra, en mis neuronas enquistada
Braga negra, blancas nalgas,
tus flujos fluyen por mi mente en cascada.