El Escolta
El Escolta
Estaba casada con un importante hombre de negocios, eso para
unas cosas es bueno, pero para otras resulta insufrible.
Al principio de casarnos todo era maravilloso, viajábamos
mucho, y él después de cada reunión, siempre tenía tiempo para disfrutar
conmigo de un paseo por la ciudad, una cena romántica, una noche de pasión…pero
con los años todo fue cambiando.
Sus reuniones de trabajo cada vez se alargaban más, y no
porque estuvieran hablando de negocios, sino porque se quedaban después a echar
una partida de cartas y bebiendo hasta altas horas. Cuando llegaba a la
habitación, estaba tan borracho y sudado, que lo único que sentía eran náuseas cuando
se metía en la cama conmigo.
El mes pasado acudimos a un congreso en París, por el día
asistimos a varias conferencias, y por la noche, una gran cena de sociedad. Allí
estábamos todos con una falsa sonrisa y guardando las apariencias, que es lo
que aprendes a hacer cuando te mueves en este mundo de alto standing.
Fuera, como siempre, aguardaban los guardaespaldas y los
escoltas.
Aquella noche me encontraba especialmente absorta en mis
pensamientos, y empecé a imaginar en mi cabeza, como sería aventura con alguien
del personal que trabajaba para mi marido, o para alguno de sus socios.
Me levanté y excusándome
me ausenté para echar un vistazo fuera.
Salí del salón, y allí había al menos seis apuestos chicos,
a cual más atractivo e interesante. Mi imaginación estaba disparada aquella
noche. Miré con disimulo uno por uno, ninguno se atrevía a mirarme a los ojos,
aunque yo sé que todos me observaban de reojo, y de pronto noté como la mirada
de uno se clavaba en mí. Me di la vuelta y nuestras miradas se cruzaron. Acaso
me estaba desafiando?, salí fuera a tomar el aire, y cuando entré, de nuevo
nuestras miradas se cruzaron.
Era un chico de cabello y ojos claros, unos 40 años y un
cuerpo espectacular. Le sonreí y él hizo una mueca discreta, que yo interpreté
como una tímida sonrisa.
Entré de nuevo al salón, y en mi mente solo estaba la imagen
de aquel chico, y empecé a imaginar…
Dicen que la imaginación es el órgano sexual más poderoso, y
puedo confirmarlo, porque aquella noche, durante los postres, mi imaginación
casi me lleva al orgasmo.
Cuando acabó la cena, mi marido, como ya era costumbre, se
quedó con algunos de sus colegas a beber y a jugar al póker, y en ese momento,
era cuando yo normalmente me retiraba a mi habitación a lamentarme por mi
absurda vida basada en apariencias, pero cuando salí, volví a ver a aquel joven
escolta, y de nuevo nos miramos.
Yo salí al jardín, intentaba hacer tiempo antes
de subir a la habitación, me quedé un rato mirando a la luna de París y no
podía quitar de mi cabeza aquellos ojos azules, cuando de pronto, alguien por
detrás me dijo con una suave voz, casi susurrando, - Buenas noches!
Me volví para ver quién era, y mi corazón empezó a latir tan
fuerte, que apenas tenía fuerzas para responder a aquel saludo, pero respondí
con un tímido “buenas noches” e iniciamos una conversación.
- - Disculpe mi atrevimiento, pero no he podido
evitar salir a saludarla después de haberla visto antes.
- - Estás disculpado, es agradable hablar con
alguien natural y espontáneo, después de pasar todo el día rodeada de gente
falsa.
- - Mi turno ya se ha acabado, por suerte, mi jefe
es uno de los que se van pronto a dormir, pero intuyo que su marido es de los
que se quedan hasta tarde.
- - Pues sí, acertaste, mi marido es de los que se
quedan a cerrar el bar, le dije con una sonrisa algo sarcástica.
- - Me gustaría invitarte a una copa, si no te
resulta muy atrevido por mi parte.
De repente nos estábamos tuteando, y yo
estaba empezando a relajarme con aquella conversación. A él se le veía muy
seguro de sí mismo, y yo decidí dejarme llevar, de todos modos, lo que me
esperaba aquella noche, era lo de siempre, la soledad de mi lujosa habitación
de hotel.
- - Pues acepto encantada, conoces algún sitio por
aquí cerca?
- - Puedo elegir?
- - Si claro, iré donde tú digas, para eso ha sido
tuya la propuesta, y los dos nos sonreímos.
- - Conoces el ascensor de servicio que hay detrás
de las escaleras?, me preguntó él.
- - No, pero puedo buscarlo.
- - Es sencillo, cuando entres al vestíbulo, a mano
derecha verás una puerta que da a unas escaleras, y justo detrás verás un
ascensor con una puerta roja. Lo coges y subes a la 7ª planta, y allí te estaré
esperando. No tengas miedo, estarás con un escolta privado, me dijo mientras
soltaba una suave carcajada.
Se acercó y me dio un suave beso en la
comisura de los labios. Después se dio la vuelta y entró al hotel. Me temblaba
todo el cuerpo, estaba nerviosa y a la vez excitada, nunca había hecho nada
así, si alguien se enteraba podría traernos muchos problemas, pero algo en mi
interior me decía ve, no dejes pasar la oportunidad, solo se vive una vez.
Habían pasado unos minutos y me dispuse a
entrar al hotel, seguí las indicaciones que me había dado, y enseguida encontré
el ascensor con la puerta roja. Entré, pulsé el nº 7, y mi corazón iba a mil
por hora.
Cuando salí, allí estaba él, me cogió de la
mano y me dijo: - tranquila, aquí no pueden vernos.
Fuimos por el pasillo hasta llegar a la
habitación 713, allí nos detuvimos, y abrió la puerta. Me invitó a pasar, y yo
acepté por supuesto.
- - Te parece bien si te invito a una copa aquí,
tengo una botella de champagne, y desde la terraza hay unas preciosas vistas.
- - Me parece un sitio perfecto, le dije sonriendo.
- - Hace calor, ponte cómoda, yo voy a darme una
ducha rápida y enseguida estoy contigo.
Lo cierto es que sí que hacía calor, no sé
si era la calefacción del hotel, o mis hormonas que habían subido mi
temperatura corporal, pero decidí quitarme los zapatos, las medias y un gran pañuelo que
llevaba a modo de chal, dejando así mis hombros y mi escote al descubierto.
Salí a la terraza a esperarle, y en apenas unos minutos sentí sus manos
rodeando mi cintura, y sus labios rozando mi cuello.
- - Eres preciosa, lo sabes?, tu marido no sabe lo
que tiene.
- - Gracias, eres muy amable, es agradable que
alguien te diga de vez en cuando algo bonito.
Entonces siguió besándome por el cuello,
mientras que sus manos se deslizaban por mi vestido hacia arriba hasta llegar a
mi escote. Me bajó la cremallera del vestido y suavemente retiró los tirantes del
vestido de mis hombros, dejando caer éste al suelo.
Me di la vuelta, nos cogimos de la mano y
entramos a la habitación. Empezamos a besarnos, él solo llevaba puesto el
albornoz, y al acercarse pude notar como su miembro estaba duro, muy duro, y de
manera impulsiva y sin pensar, le abrí el albornoz dejando su cuerpo
completamente desnudo para deleite de mi vista.
Inmediatamente después él desabrochó mi
sujetador, dejándolo caer al suelo, junto con mi tanga. Estábamos allí,
completamente desnudos y comiéndonos a besos con una pasión desatada. Hacía
tanto tiempo que no sentía algo así…
Me cogió por las nalgas y me subió hasta
que nuestras partes más íntimas entraron en contacto. Yo abracé su cuerpo con
mis piernas, me llevó cogida hasta apoyarme contra una de las paredes y allí me
penetró por primera vez. Yo estaba completamente mojada, así que su pene entró
sin dificultad. Empezó a follarme primero suave, y poco a poco sus movimientos
eran cada vez más intensos y sus embestidas más fuertes. Yo gemía de placer, y
le pedía que no parase, me encantaba sentir aquel miembro caliente y duro
dentro de mí, dándome placer, estuvimos al menos durante 5 minutos en aquella
posición, hasta que me llevó al orgasmo.
A continuación, me llevó a la cama, me puso
boca abajo, y sacó sus esposas. Sujetó mis manos a los barrotes de la cama, y
me puse en posición de cuatro. Estaba muy excitada, como una perra en celo,
abrí mis piernas, y él empezó a lamer mi culo, mientras acariciaba mi espalda,
y de vez en cuando me daba algún azote suave, y enseguida volvió a penetrarme.
Con una mano en mi cintura y la otra agarrando mi pelo, mientras me decía: - Te
gusta cariño?, quieres que siga?
Yo solo acertaba a decir sii, sii, siii… y
así llegué a mi segundo orgasmo aquella noche.
Después, sin cambiar de postura, se puso
delante de mí, y metió su increíble polla en mi boca. Agarrándome la cabeza,
presionaba para que entrara hasta mi garganta, mientras me decía palabras
fuertes que a mí me excitaban todavía más de lo que ya estaba.
- - Tenías ganas de polla, verdad?, Tu marido no te
da lo que necesitas, y tu eres una zorra con mucho apetito sexual. Necesitas un
hombre como yo, que te tape bien todos los agujeros, y eso es lo que voy a
hacer esta noche contigo, vas a ser mi putita particular, y te voy a follar
durante toda la noche.
S Siguió metiendo y sacando su
polla en mi boca durante más de 10 minutos, mientras de su boca salían todas
aquellas palabras, que le excitaban tanto a él, como a mí, y así siguió hasta
correrse en mi boca. Tragué su semen, y lamí su pene y sus huevos con gusto,
estaba encantada, y disfrutando como nunca.
Me quitó las esposas, nos levantamos,
y nos tomamos esa copa de champagne, sentados en el suelo, a los pies de la
cama, mi cabeza apoyada en su hombro y su brazo rodeando mi cuerpo. Descansamos
un rato, charlamos un poquito, me contó que estaba divorciado hacía años, y que
tenía un hijo al que veía poco por causa de su trabajo. Me dijo que su vida no
era tan distinta a la mía, que él también se sentía muy solo, que su trabajo le
absorbía todo el tiempo. que echaba de menos encontrar a alguien esperándole en
casa cuando volvía del trabajo, una persona con la que compartir el poco tiempo
libre que del que disponía.
- - Puede que no me creas, me dijo, pero nunca había
hecho esto antes, sin embargo, cuando te vi abajo, y nuestras miradas se
cruzaron, sentí algo especial, algo que hacía años que no sentía al ver a una
mujer. Desde ese momento empecé a desearte y por eso me armé de valor para
salir a la terraza del hotel y saludarte.
- - Me alegro de que lo hicieras, no imaginas como
necesitaba esto. Yo tampoco había hecho algo así nunca, pero me pasó algo
similar cuando nuestras miradas se encontraron, y desde ese momento no pude
dejar de pensar en ti, hasta el punto, que durante el postre de la cena he
tenido una fantasía en mi imaginación que casi me provoca un orgasmo.
Dicho esto, empezamos a besarnos de nuevo,
nos pusimos de pie, me tumbé en la cama, y metió su cabeza entre mis piernas.
Empezó a acariciar mis muslos con su lengua, y después continuó con mi
clítoris, que estaba completamente hinchado y excitado. Me comió el coño
durante al menos 20 minutos, con suaves lengüetazos intercalados con su lengua
entrando dentro de mí, yo volvía a gemir de placer, mientras sujetaba su cabeza
con fuerza contra mí, como si no quisiera que aquello acabase nunca, y la verdad, es que así lo deseaba. Tras ese tiempo, terminé corriéndome en su boca.
Mi cuerpo se estremeció, temblaba exhausta, y dejé mi cuerpo a su entera
disposición, mientras me lamía desde la cara hasta los pies.
Estábamos agotados, pero ninguno de los dos
queríamos que aquello terminara, y yo tenía que volver a mi habitación antes de
que volviera mi marido.
- - Te volveré a ver?, me preguntó
- - Me encantaría, hasta cuando estarás aquí en el
hotel?
- - Mañana volvemos a casa.
- -Yo me quedo un día más, no puedes hacer nada
para quedarte?
- - Me temo que no, pero puedo intentarlo. Me ha
quedado un agujero por tapar
- - Pues por si acaso, vamos a dejarlo todo hecho,
no quiero quedarme con las ganas.
- - Siiii, me encantas!, eres apasionada, no podré
olvidar nunca esta noche.
- - Eso es lo que quiero, que no me olvides.
Me puse de nuevo a cuatro patas
encima de la cama, él detrás de mí, empezó a besarme de nuevo el culo para
lubricarlo con su saliva, con sus dedos suavemente fue dilatando mi ano, y de pronto
sentí como me penetraba, me estaba follando el culo, nunca antes lo habían hecho, era algo a lo que yo no era muy receptiva, pero con él me dejé llevar y
me encantó. Empezó suavemente, y poco a poco sus movimientos iban siendo más
fuertes. Con una mano sujetaba mi cintura, y la otra la pasó por delante para
acariciar mi clítoris multiplicando así mi placer, aquello fue maravilloso, los
dos gemíamos a la vez, el placer era muy intenso, yo le pedía más, y más, le
pedía que no parara y seguimos durante 10 minutos más, hasta que llegamos al
orgasmo los dos a la vez. Pude sentir su leche caliente dentro de mí, era una
sensación tan placentera y que ya había olvidado, que no quería que acabara
nunca, pero todo lo bueno se termina.
Descansamos un poquito, tumbados
en la cama, mi cabeza sobre su pecho y su brazo de nuevo rodeando mi cuerpo.
Pasada media hora, casi nos
quedamos dormidos, y me levanté. Me puse mi vestido, cogí mis zapatos, mi
pañuelo y el resto de mi ropa, le besé dulcemente en los labios, me acerqué a
la mesita, y allí apunté en un papel mi nº de teléfono con la esperanza de
recibir algún día noticias suyas, y un mes después he recibido una llamada,
pronto volveremos a vernos.