lunes, 20 de marzo de 2017

El Escolta

El Escolta
Imagen relacionada

El Escolta 

Estaba casada con un importante hombre de negocios, eso para unas cosas es bueno, pero para otras resulta insufrible.

Al principio de casarnos todo era maravilloso, viajábamos mucho, y él después de cada reunión, siempre tenía tiempo para disfrutar conmigo de un paseo por la ciudad, una cena romántica, una noche de pasión…pero con los años todo fue cambiando.

Sus reuniones de trabajo cada vez se alargaban más, y no porque estuvieran hablando de negocios, sino porque se quedaban después a echar una partida de cartas y bebiendo hasta altas horas. Cuando llegaba a la habitación, estaba tan borracho y sudado, que lo único que sentía eran náuseas cuando se metía en la cama conmigo.

El mes pasado acudimos a un congreso en París, por el día asistimos a varias conferencias, y por la noche, una gran cena de sociedad. Allí estábamos todos con una falsa sonrisa y guardando las apariencias, que es lo que aprendes a hacer cuando te mueves en este mundo de alto standing.

Fuera, como siempre, aguardaban los guardaespaldas y los escoltas.

Aquella noche me encontraba especialmente absorta en mis pensamientos, y empecé a imaginar en mi cabeza, como sería aventura con alguien del personal que trabajaba para mi marido, o para alguno de sus socios.

Me levanté y  excusándome me ausenté para echar un vistazo fuera.

Salí del salón, y allí había al menos seis apuestos chicos, a cual más atractivo e interesante. Mi imaginación estaba disparada aquella noche. Miré con disimulo uno por uno, ninguno se atrevía a mirarme a los ojos, aunque yo sé que todos me observaban de reojo, y de pronto noté como la mirada de uno se clavaba en mí. Me di la vuelta y nuestras miradas se cruzaron. Acaso me estaba desafiando?, salí fuera a tomar el aire, y cuando entré, de nuevo nuestras miradas se cruzaron.

Era un chico de cabello y ojos claros, unos 40 años y un cuerpo espectacular. Le sonreí y él hizo una mueca discreta, que yo interpreté como una tímida sonrisa.

Entré de nuevo al salón, y en mi mente solo estaba la imagen de aquel chico, y empecé a imaginar…
Dicen que la imaginación es el órgano sexual más poderoso, y puedo confirmarlo, porque aquella noche, durante los postres, mi imaginación casi me lleva al orgasmo.

Cuando acabó la cena, mi marido, como ya era costumbre, se quedó con algunos de sus colegas a beber y a jugar al póker, y en ese momento, era cuando yo normalmente me retiraba a mi habitación a lamentarme por mi absurda vida basada en apariencias, pero cuando salí, volví a ver a aquel joven escolta, y de nuevo nos miramos.

 Yo salí al jardín, intentaba hacer tiempo antes de subir a la habitación, me quedé un rato mirando a la luna de París y no podía quitar de mi cabeza aquellos ojos azules, cuando de pronto, alguien por detrás me dijo con una suave voz, casi susurrando, - Buenas noches!

Me volví para ver quién era, y mi corazón empezó a latir tan fuerte, que apenas tenía fuerzas para responder a aquel saludo, pero respondí con un tímido “buenas noches” e iniciamos una conversación.

-       -   Disculpe mi atrevimiento, pero no he podido evitar salir a saludarla después de haberla visto antes.
-       -   Estás disculpado, es agradable hablar con alguien natural y espontáneo, después de pasar todo el día rodeada de gente falsa.
-        -  Mi turno ya se ha acabado, por suerte, mi jefe es uno de los que se van pronto a dormir, pero intuyo que su marido es de los que se quedan hasta tarde.
-        -  Pues sí, acertaste, mi marido es de los que se quedan a cerrar el bar, le dije con una sonrisa algo sarcástica.
-         - Me gustaría invitarte a una copa, si no te resulta muy atrevido por mi parte.

De repente nos estábamos tuteando, y yo estaba empezando a relajarme con aquella conversación. A él se le veía muy seguro de sí mismo, y yo decidí dejarme llevar, de todos modos, lo que me esperaba aquella noche, era lo de siempre, la soledad de mi lujosa habitación de hotel.

-        -  Pues acepto encantada, conoces algún sitio por aquí cerca?
-        -  Puedo elegir?
-        -  Si claro, iré donde tú digas, para eso ha sido tuya la propuesta, y los dos nos sonreímos.
-        - Conoces el ascensor de servicio que hay detrás de las escaleras?, me preguntó él.
-        -  No, pero puedo buscarlo.
-        -  Es sencillo, cuando entres al vestíbulo, a mano derecha verás una puerta que da a unas escaleras, y justo detrás verás un ascensor con una puerta roja. Lo coges y subes a la 7ª planta, y allí te estaré esperando. No tengas miedo, estarás con un escolta privado, me dijo mientras soltaba una suave carcajada.

Se acercó y me dio un suave beso en la comisura de los labios. Después se dio la vuelta y entró al hotel. Me temblaba todo el cuerpo, estaba nerviosa y a la vez excitada, nunca había hecho nada así, si alguien se enteraba podría traernos muchos problemas, pero algo en mi interior me decía ve, no dejes pasar la oportunidad, solo se vive una vez.

Habían pasado unos minutos y me dispuse a entrar al hotel, seguí las indicaciones que me había dado, y enseguida encontré el ascensor con la puerta roja. Entré, pulsé el nº 7, y mi corazón iba a mil por hora.

Cuando salí, allí estaba él, me cogió de la mano y me dijo: - tranquila, aquí no pueden vernos.

Fuimos por el pasillo hasta llegar a la habitación 713, allí nos detuvimos, y abrió la puerta. Me invitó a pasar, y yo acepté por supuesto.

-        -  Te parece bien si te invito a una copa aquí, tengo una botella de champagne, y desde la terraza hay unas preciosas vistas.
-        -  Me parece un sitio perfecto, le dije sonriendo.
-         -  Hace calor, ponte cómoda, yo voy a darme una ducha rápida y enseguida estoy contigo.

Lo cierto es que sí que hacía calor, no sé si era la calefacción del hotel, o mis hormonas que habían subido mi temperatura corporal, pero decidí quitarme los zapatos, las medias y un gran pañuelo que llevaba a modo de chal, dejando así mis hombros y mi escote al descubierto. Salí a la terraza a esperarle, y en apenas unos minutos sentí sus manos rodeando mi cintura, y sus labios rozando mi cuello.

-         -  Eres preciosa, lo sabes?, tu marido no sabe lo que tiene.
-         -  Gracias, eres muy amable, es agradable que alguien te diga de vez en cuando algo bonito.

Entonces siguió besándome por el cuello, mientras que sus manos se deslizaban por mi vestido hacia arriba hasta llegar a mi escote. Me bajó la cremallera del vestido y suavemente retiró los tirantes del vestido de mis hombros, dejando caer éste al suelo.

Me di la vuelta, nos cogimos de la mano y entramos a la habitación. Empezamos a besarnos, él solo llevaba puesto el albornoz, y al acercarse pude notar como su miembro estaba duro, muy duro, y de manera impulsiva y sin pensar, le abrí el albornoz dejando su cuerpo completamente desnudo para deleite de mi vista.

Inmediatamente después él desabrochó mi sujetador, dejándolo caer al suelo, junto con mi tanga. Estábamos allí, completamente desnudos y comiéndonos a besos con una pasión desatada. Hacía tanto tiempo que no sentía algo así…

Me cogió por las nalgas y me subió hasta que nuestras partes más íntimas entraron en contacto. Yo abracé su cuerpo con mis piernas, me llevó cogida hasta apoyarme contra una de las paredes y allí me penetró por primera vez. Yo estaba completamente mojada, así que su pene entró sin dificultad. Empezó a follarme primero suave, y poco a poco sus movimientos eran cada vez más intensos y sus embestidas más fuertes. Yo gemía de placer, y le pedía que no parase, me encantaba sentir aquel miembro caliente y duro dentro de mí, dándome placer, estuvimos al menos durante 5 minutos en aquella posición, hasta que me llevó al orgasmo.

A continuación, me llevó a la cama, me puso boca abajo, y sacó sus esposas. Sujetó mis manos a los barrotes de la cama, y me puse en posición de cuatro. Estaba muy excitada, como una perra en celo, abrí mis piernas, y él empezó a lamer mi culo, mientras acariciaba mi espalda, y de vez en cuando me daba algún azote suave, y enseguida volvió a penetrarme. Con una mano en mi cintura y la otra agarrando mi pelo, mientras me decía: - Te gusta cariño?, quieres que siga?
Yo solo acertaba a decir sii, sii, siii… y así llegué a mi segundo orgasmo aquella noche.

Después, sin cambiar de postura, se puso delante de mí, y metió su increíble polla en mi boca. Agarrándome la cabeza, presionaba para que entrara hasta mi garganta, mientras me decía palabras fuertes que a mí me excitaban todavía más de lo que ya estaba.

-        -  Tenías ganas de polla, verdad?, Tu marido no te da lo que necesitas, y tu eres una zorra con mucho apetito sexual. Necesitas un hombre como yo, que te tape bien todos los agujeros, y eso es lo que voy a hacer esta noche contigo, vas a ser mi putita particular, y te voy a follar durante toda la noche. 

S    Siguió metiendo y sacando su polla en mi boca durante más de 10 minutos, mientras de su boca salían todas aquellas palabras, que le excitaban tanto a él, como a mí, y así siguió hasta correrse en mi boca. Tragué su semen, y lamí su pene y sus huevos con gusto, estaba encantada, y disfrutando como nunca.

     Me quitó las esposas, nos levantamos, y nos tomamos esa copa de champagne, sentados en el suelo, a los pies de la cama, mi cabeza apoyada en su hombro y su brazo rodeando mi cuerpo. Descansamos un rato, charlamos un poquito, me contó que estaba divorciado hacía años, y que tenía un hijo al que veía poco por causa de su trabajo. Me dijo que su vida no era tan distinta a la mía, que él también se sentía muy solo, que su trabajo le absorbía todo el tiempo. que echaba de menos encontrar a alguien esperándole en casa cuando volvía del trabajo, una persona con la que compartir el poco tiempo libre que del que disponía.

-       -   Puede que no me creas, me dijo, pero nunca había hecho esto antes, sin embargo, cuando te vi abajo, y nuestras miradas se cruzaron, sentí algo especial, algo que hacía años que no sentía al ver a una mujer. Desde ese momento empecé a desearte y por eso me armé de valor para salir a la terraza del hotel y saludarte.
-       -   Me alegro de que lo hicieras, no imaginas como necesitaba esto. Yo tampoco había hecho algo así nunca, pero me pasó algo similar cuando nuestras miradas se encontraron, y desde ese momento no pude dejar de pensar en ti, hasta el punto, que durante el postre de la cena he tenido una fantasía en mi imaginación que casi me provoca un orgasmo.

Dicho esto, empezamos a besarnos de nuevo, nos pusimos de pie, me tumbé en la cama, y metió su cabeza entre mis piernas. Empezó a acariciar mis muslos con su lengua, y después continuó con mi clítoris, que estaba completamente hinchado y excitado. Me comió el coño durante al menos 20 minutos, con suaves lengüetazos intercalados con su lengua entrando dentro de mí, yo volvía a gemir de placer, mientras sujetaba su cabeza con fuerza contra mí, como si no quisiera que aquello acabase nunca, y la verdad, es que así lo deseaba. Tras ese tiempo, terminé corriéndome en su boca. Mi cuerpo se estremeció, temblaba exhausta, y dejé mi cuerpo a su entera disposición, mientras me lamía desde la cara hasta los pies.

Estábamos agotados, pero ninguno de los dos queríamos que aquello terminara, y yo tenía que volver a mi habitación antes de que volviera mi marido.

-         - Te volveré a ver?, me preguntó
-        -   Me encantaría, hasta cuando estarás aquí en el hotel?
-         -  Mañana volvemos a casa.
-          -Yo me quedo un día más, no puedes hacer nada para quedarte?
-          - Me temo que no, pero puedo intentarlo. Me ha quedado un agujero por tapar
-          - Pues por si acaso, vamos a dejarlo todo hecho, no quiero quedarme con las ganas.
-          - Siiii, me encantas!, eres apasionada, no podré olvidar nunca esta noche.
-          -  Eso es lo que quiero, que no me olvides.

      Me puse de nuevo a cuatro patas encima de la cama, él detrás de mí, empezó a besarme de nuevo el culo para lubricarlo con su saliva, con sus dedos suavemente fue dilatando mi ano, y de pronto sentí como me penetraba, me estaba follando el culo, nunca antes lo habían hecho, era algo a lo que yo no era muy receptiva, pero con él me dejé llevar y me encantó. Empezó suavemente, y poco a poco sus movimientos iban siendo más fuertes. Con una mano sujetaba mi cintura, y la otra la pasó por delante para acariciar mi clítoris multiplicando así mi placer, aquello fue maravilloso, los dos gemíamos a la vez, el placer era muy intenso, yo le pedía más, y más, le pedía que no parara y seguimos durante 10 minutos más, hasta que llegamos al orgasmo los dos a la vez. Pude sentir su leche caliente dentro de mí, era una sensación tan placentera y que ya había olvidado, que no quería que acabara nunca, pero todo lo bueno se termina.

     Descansamos un poquito, tumbados en la cama, mi cabeza sobre su pecho y su brazo de nuevo rodeando mi cuerpo.

     Pasada media hora, casi nos quedamos dormidos, y me levanté. Me puse mi vestido, cogí mis zapatos, mi pañuelo y el resto de mi ropa, le besé dulcemente en los labios, me acerqué a la mesita, y allí apunté en un papel mi nº de teléfono con la esperanza de recibir algún día noticias suyas, y un mes después he recibido una llamada, pronto volveremos a vernos.
       


Resultado de imagen de imagen sexo a cuatro patas

lunes, 12 de diciembre de 2016

AMOR PLATÓNICO

AMOR PLATÓNICO


AMOR PLATÓNICO

Cada mañana te veo pasar
yo sentada en mi mesa,
tú elegante y sonriente
pero como siempre, sin saludar.

Traje y corbata de marca.
Perfume que me embriaga.
Inhalo tu aroma,
y se humedece mi braga.

Desde mi puesto te veo
en tu despacho trabajar,
si tuviera el valor de acercarme
y decirte que te quiero besar…

Cada mañana me peleo con mi armario
y no sé qué ropa poner
Sobre este cuerpo inadvertido para ti,
Que se muere por darte placer.

Si pudiera adivinar qué piensas
cuando miras a la nada
mientras muerdes tu labio inferior
y tu mirada se queda parada…

Desde mi cama te sueño cada noche,
te imagino al día siguiente,
acercándote hacia mí
ofreciéndome  tu coche

Y me abrazo a mi almohada,
y miro tu fotografía,
y te sueño en mi cama,
entre mis sábanas frías.


Si yo fuera más alta, más guapa…
Si yo fuera más habladora, más extrovertida…
Si yo fuera más valiente, más atrevida…
Si yo fuera…si yo fuera… si yo fuera…

Pero soy como soy.
Tu presencia me paraliza,
me deja sin aliento,
tu mirada me hipnotiza.

Y empieza otra vez la semana
y hago planes en mi mente
y me digo que seré valiente
 que de esta semana no pasa.

Pero llega el viernes
y otra vez sola en casa.
Te sueño y te pienso en silencio
Por qué no me ves, qué te pasa?

Acaso soy invisible?
Seis años hace ya que trabajo para ti,
seis años ya que suspiro por ti,
y tu imagen y tu aroma se han apoderado de mí.

Tienes esposa e hijos
y pareces feliz
y me siento culpable
por sentir lo que siento por ti.

Y se me pasan los años,
Y no puedo, ni quiero olvidarte.
Serás por siempre mi amor platónico?
O alguna vez conseguiré enamorarte?


 

domingo, 4 de diciembre de 2016

MI PRIMERA EXPERIENCIA LÉSBICA

MI PRIMERA EXPERIENCIA LÉSBICA


Imagen relacionada    



Mi primera experiencia lésbica

Teníamos 14 años, y era el cumpleaños de mi amiga María. Era viernes por la tarde y  estábamos preparando una cena para el sábado por la noche, en el local del padre de otra amiga.

Habíamos comprado bastantes cosas para comer, y para beber solo coca colas, fantas, y poco más, porque no nos vendían alcohol.

Teníamos preparado el equipo de música, como estábamos a las afueras del pueblo, no molestábamos a nadie y nos podíamos quedar hasta tarde bailando y cantando.

Nos íbamos a juntar 8 amigas. Habíamos quedado en disfrazarnos y llevar ropa interior cada una de un color, para ver si nos atrevíamos a terminar la fiesta bailando en bragas y sujetador.
Era un juego, para hacerlo más divertido. Una amiga se lo había oído a su hermana, que lo habían hecho sus amigas en alguna ocasión, y nos pareció buena idea, para hacer algo diferente.

Pero seguíamos con ganas de tener alcohol en la fiesta, supongo que era el deseo de lo prohibido, y más a esa edad.

Al día siguiente por la mañana, me llamó María y me dijo que  ya sabía cómo conseguir alguna botella de alcohol, que fuera a su casa a buscarla, y por el camino me lo contaba.

Así pues, me puse el chándal y las deportivas, y le dije a mi madre que me iba a correr un rato con María. A mi madre no le extrañó, ya que muchos sábados y domingos por la mañana me iba a correr.

Cuando llegué, María estaba en la puerta esperándome, y llevaba unas llaves en la mano, así que le pregunté que donde íbamos, y por qué tanto misterio.

- Vamos al local donde se juntan mis padres con sus amigos los fines de semana. Allí hay bebidas de sobra, y si cogemos alguna botella no se van a enterar, pero tenemos que ir ahora temprano para que no se enteren de que he cogido las llaves, y para que no nos pillen, porque los demás amigos también tienen llave.

Era un local situado en una callejuela estrecha en el centro del pueblo, pero estaba bastante escondido, por lo que un sábado por la mañana, no era fácil que nos vieran entrar, así que con mucho cuidado, y mirando hacia todas direcciones por si alguien nos veía, nos fuimos acercando como dos delincuentes a punto de cometer un delito.

Aquello también era emocionante, la adrenalina corría por nuestras venas, y entre risas nerviosas y miradas furtivas conseguimos llegar y entrar. Ufff!!, ya estábamos dentro, pero lo difícil, iba a ser salir de allí con las botellas y que no nos viera nadie.

Llevábamos una mochila cada una, para disimular, pero aun así, si nos había puesto nerviosas entrar sin nada, salir con las botellas iba a ser súper emocionante, a pesar de que íbamos con un miedo terrible por si nos pillaban, pero la aventura merecía la pena.

Empezamos a buscar por allí, y cogimos un par de botellas cada una. Teníamos que darnos prisa, pero antes de irnos, yo necesitaba ir al baño, se ve que con los nervios, me habían entrado ganas de hacer pis, así que pasé al aseo, y de pronto, oímos la puerta.

Yo estaba en el retrete sentada, y María en la puerta esperándome, pero las dos nos quedamos quietas como estatuas.
Allí no había donde esconderse. Era un local rectangular, con un par de aseos al fondo.

Lo único que había era una pequeña barra de bar, pero era imposible llegar allí sin que nos vieran.
Desde el baño, pudimos ver que era uno de los amigos de su padre.

- No pasa nada, dijo María, seguro que ha venido a por alguna cosa que se le ha olvidado y se va enseguida, no creo que venga hasta aquí.

En el local, había una  mesa muy larga rodeada de sillas, y también había otra zona separada por tres sofás, con una gran televisión.

En un lateral la barra de bar, con algunos muebles de cocina, un frigorífico y un congelador grande, y al fondo los aseos.

Sebas, que así se llamaba aquel señor, se fue al frigorífico, cogió una cerveza y se sentó en un sofá a ver la televisión tranquilamente.

María y yo nos miramos y encogimos los hombros con desesperación.

No podíamos hacer otra cosa que esperar en silencio hasta que se fuera, pero era tan raro que estuviera allí, que estábamos desconcertadas y a la vez muertas de miedo.

Qué íbamos a decir si nos veía?, se lo contaría a los padres de María y adiós fiesta!!

De repente se levantó, y se llevó la mano a su paquete, un gesto bastante típico en los hombres, y mientras se lo colocaba, vimos como venía hacia nosotras.
La cerveza le había dado ganas de orinar y venía derecho al baño, nos habían pillado!!

- Vaya, vaya, a quién tenemos por aquí?, qué estáis haciendo chicas?

Por su tono, pronto nos dimos cuenta, de que esa cerveza no era la primera que se tomaba aquella mañana.

- Hemos venido a por unas cosas que me ha pedido mi madre, pero ya nos íbamos, no te preocupes, no te molestamos más, le dijo María.

- Molestar?, no me molestáis. Qué lleváis en las mochilas?

- Ya te lo he dicho, unas cosas que me ha pedido mi madre.

- Bueno, pero puedo saber qué es lo que te ha pedido tu madre tan urgente un sábado por la mañana?
Cogió una de las mochilas y miró dentro. Cuando vio las botellas….

- Así que tu madre te ha pedido botellas de bebida?, Por qué será que no me lo creo?

- Está bien, es mi cumpleaños, y vamos a hacer una fiesta esta noche, pero no podemos comprar alcohol, así que pensé que nadie echaría en falta unas botellas aquí, pero por favor no se lo digas a mis padres, que si no, me castigarán sin la fiesta de esta noche.

- No te preocupes guapa, esto no tiene por qué salir de aquí.

- Muchas gracias Sebas, ya nos vamos y te dejamos tranquilo.

-Dónde vais tan deprisa?, me apetece que os quedéis aquí a hacerme compañía. He tenido una mala noche.

- Es que tenemos un poco de prisa, aun nos faltan cosas por comprar y quiero devolver las llaves antes de que mi padre las busque y no las encuentre.

- No te preocupes, tus padres no se van a enterar, pero esto es un trato entre vosotras y yo.
Yo no diré nada, pero tendréis que hacer algo por mi, no???, yo creo que es lo justo.

- Está bien, y qué quieres que hagamos?, No nos irás a hacer nada verdad?

La verdad es que Sebas era de los más jóvenes de la cuadrilla de sus padres. Llevaba poco tiempo casado, y acababa de tener un bebé hacía unos meses, y parece que no le iban muy bien las cosas con su mujer.

Tenía unos 40 años, 1’80 m, complexión atlética, moreno, ojos verdes….vamos…que estaba muy bueno, o al menos a mí me lo parecía, y en alguna ocasión se lo había dicho a María, que el amigo de su padre estaba como un “queso” de rico.

- Bueno, yo no os voy a hacer nada, a no ser que vosotras queráis, pero….algo tenéis que darme a cambio de mi silencio. 

- Dime qué quieres!, exclamó María un poco alterada ya por la situación.

- A ver , María , guapa, no te enfades, porque lo podemos pasar muy bien los 3 aquí juntitos.

- Pero cómo?

- Vosotras sois muy amigas, verdad?

- Si, y qué?

- Las chicas siempre vais juntas al baño, os habéis tocado alguna vez entre vosotras?

- Y eso qué tiene que ver?, No entiendo qué es lo que quieres Sebas.

- Pues lo que quiero, es que os hagáis algo entre vosotras, estoy seguro de que no es la primera vez.

La verdad, es que alguna vez entre nosotras nos habíamos dado algún beso, por probar a ver que se sentía, y también nos habíamos mostrado nuestras partes íntimas, comparando a ver quién tenía más vello, y esas cosas que nos parecen tan curiosas a esas edades, pero nada más que eso.

El caso, es que a mí, toda aquella situación, me estaba dando un morbo terrible, así que le dije a María, - Venga, no te enfades, no nos cuesta nada darnos unos besos, puede ser divertido.

- Claro María, hazle caso a tu amiga, y daros unos besitos para mí.

Soltamos las mochilas y nos acercamos una a la otra. Nos quitamos la parte de arriba y nos quedamos en sujetador. Cogí a María por detrás  y empezamos a besarnos.


Le miramos, y vimos que se estaba tocando, y aquello nos empezó a excitar a las dos.

Nos fuimos al sofá, y allí seguimos quitándonos ropa. Nos quedamos un rato con las con las braguitas puestas.

Seguimos besándonos, y empezamos a tocarnos, primero las tetas, y después noté como María cogía mi mano y la llevaba a su sexo. Empecé a tocarla, estaba muy húmeda, tanto como yo. No hizo falta que yo cogiera su mano, antes de darme cuenta, ella ya estaba acariciándome a mí también, sintiendo mi humedad como yo sentía la suya.

Sebas se había desnudado, y estaba en uno de los sofás mirándonos y masturbándose, con una cara de vicioso adorable.

Nosotras seguimos tocándonos y besándonos. La verdad es que tampoco sabíamos hacer mucho más, así que Sebas nos dijo que por qué no nos lamíamos nuestro sexo la una a la otra.

Me quité las bragas y me tumbé en el sofá, y empecé a sentir la lengua de María en mi coñito de 14 años, aquello me gustaba, ohhh Dios, como me gustaba!!. Empecé a tocarme las tetas y a pellizcarme los pezones yo sola, mientras mis caderas se balanceaban arriba y abajo, sintiendo un placer que no había sentido antes.
Acariciarme con el dedo si lo había hecho otras veces, incluso había tenido orgasmos, pero la humedad de aquella lengua….era una experiencia nueva, y me estaba gustando.

Tal vez la situación, ver cómo nos miraba aquel hombre mientras se pajeaba excitado con nuestros cuerpos de niña, ver aquel pene duro entre sus manos, y su cara de placer y morbo….
  
María siguió chupándome hasta que me corrí en su boca, y a continuación cambiamos de posición, y fui yo la que empecé a chuparle todo. Comencé despacio, jugueteando con mi lengua entre sus labios menores y mayores, buscando su clítoris para hacerla disfrutar tanto como ella a mí. 

Yo seguía muy excitada, saber que Sebas estaba justo detrás observando me tenía completamente descontrolada sexualmente, así que, elevé mi culo hasta ponerlo en pompa, invitando a Sebas a entrar dentro de mí.

Enseguida se dio cuenta de mi deseo, y se acercó hasta mí por detrás, sentí como me ponía una mano en la cintura, y con la otra empezó a acariciarme. Noté como metía un dedo en mi vagina, y luego dos, yo estaba chorreando, y al momento noté como empezaba a entrar su polla dura, muy dura, dentro de mí.
Empezó con movimientos muy suaves. Una mano estaba en mi cintura, y la otra agarrando mi hombro, con esa mano me movía hacia adelante y hacia detrás cada vez que él empujaba.

Yo seguía chupando a María, estaba excitadísima. Las dos gemíamos de placer. Estuvimos así un buen rato, disfrutando cada segundo, hasta que primero se corrió María en mi boca, después me corrí yo sintiendo aquel falo caliente y después noté como Sebas se corría dentro de mí.

Su semen empezó a resbalar por mis muslos. No podía verle porque estaba detrás de mí, pero podía oír su respiración agitada, y se dejó caer en uno de los sofás.

Nosotras nos tumbamos juntas, nos miramos, y nos sonreímos y nos besamos una a la otra dulcemente.

Fue una experiencia maravillosa. María y yo descubrimos como darnos placer la una a la otra, y desde aquel día lo repetimos varias veces. En su casa, en la mía... y alguna vez incluso en las duchas del gimnasio del instituto, pero esa es otra historia que ya contaré en otra ocasión.


                        


miércoles, 23 de noviembre de 2016

PON UN CONSOLADOR EN TU VIDA

PON UN CONSOLADOR EN TU VIDA



Pon un consolador en tu vida

Histeria femenina, útero ardiente o sofocación de la matriz,

Siempre hay alguna excusa para que la mujer no sea feliz.

El hombre siente deseo y se masturba, y por todos es aceptado.

La mujer siente deseo y se consuela en un lugar apartado.

En la Inglaterra victoriana, acudían a consulta,

Las ”féminas histéricas”, ya fueran jóvenes o adultas

Y el médico su clítoris suavemente acariciaba,

Así la histeria femenina, era calmada y curada.

El deseo sexual femenino, era una enfermedad,

Y por eso el médico, a las mujeres debía curar.

Estaba mal visto que las damas entraran solas a consulta,

Por eso entraban acompañadas de madres, hermanas o maridos,

El doctor trabajaba la zona de la mujer adulta,

Y esta llegaba al orgasmo con agradables gemidos.

Cansado y dolorido de usar su mano el doctor,

Inventó un aparato al que llamó vibrador,

En los años 20, era común que las mujeres tuvieran uno,

Pues para promocionarlo, dijeron que prevenía el envejecimiento prematuro.

“ La vibración promueve la vida y el vigor,

Usted no enfermará jamás y se sentirá mucho mejor”

Pero lo que fue  tan aceptado en los años 20,

Se tiró por tierra en los años 50,

Pasó de ser un gran invento de repente

A ser un juguete sexual que de pronto no se acepta.

Desaparecen de revistas femeninas, catálogos y estantes,

Donde se habían vendido durante casi medio siglo antes.

Nos ha costado avanzar y admitir

Que la mujer tiene derecho a gozar y a sentir.

Por suerte hoy en día es fácil conseguir un consolador

Y las mujeres podemos apaciguar así nuestro furor.

Este aparato es ahora de gran aceptación

Y casi todas tenemos uno en nuestra habitación.

Ya seas casada, viuda o soltera

Puede ser tu amante durante una noche entera,

No te hará reproches, ni tendrá celos, ni dudas,

Y sirve para jóvenes, adultas y / o maduras.

Ten siempre a mano unas pilas en tu mesita,

Por si acaso tu pareja no te excita

Coge a tu amigo “el consolador”

Y ponlo en tu sexo con mucho amor,

Tu mano maneja el aparato,

Y te hará gozar durante un buen rato.

Este amiguito nunca te dejará a medias,

Porque con él, tu pones las reglas.

No hay peligro de que se corra,

Ni de embarazo, ni de enfermedad,

Quebraderos de cabeza que te ahorras,

Y disfrutas de él hasta la saciedad.

Así que por eso te digo amiga mía,

¡¡¡PON UN CONSOLADOR EN TU VIDA!!!




viernes, 18 de noviembre de 2016

ÉL MI CAPRICHO Y YO SU DESEO

ÉL MI CAPRICHO Y YO SU DESEO






Cuando era adolescente, en los años ochenta, por motivos de trabajo de mis padres, nos fuimos a vivir a un pueblecito del norte.

Allí viví plenamente mis inicios en la sexualidad. Todo se prestaba a ello. Mi edad, que propiciaba más las salidas, y también la diferencia de vivir en un pueblo a vivir en una ciudad es importante a la hora de salir a una edad temprana, pues en un pueblo parece que la gente sale desde más jovencita, ya que los peligros suelen ser menores que en una ciudad.

Sea como fuere, allí estaba yo, viviendo una vida nueva, una vida diferente.

Cambié mi uniforme de las monjitas por vaqueros ajustados. Mi bufanda de lana, por una palestina, mis zapatitos de niña con mis calcetines de punto, por deportivas y botines.
Mi pelo largo con horquillas de colores, por un corte punk. Mi cara pálida con pecas, por una buena capa de maquillaje, sombra de ojos, colorete y rojo carmín en mis labios.

Pronto hice amistades. La gente del allí era muy sociable y enseguida hicieron que toda mi familia y yo nos sintiéramos parte del pueblo.

Empecé a salir con chicos y con chicas en pandilla. Probé mis primeros cigarrillos, y cogí mi primera borrachera.

Todos nos adaptamos muy bien a aquel entorno. Mis padres compraron un piso en una urbanización nueva a las afueras del pueblo. Vivían pocos vecinos por allí todavía.

En nuestro portal quedaba por vender todavía el piso de enfrente de nosotros, pero en menos de un año lo compró un matrimonio algo más jóvenes que mis padres. Tenían una pareja de mellizos, niño y niña de 8 años.
Eran muy agradables. Mi madre y  Ana, la nueva vecina, pronto hicieron amistad, ya que tenían algunas aficiones comunes, y pronto también mi padre y el nuevo vecino, Alfredo, fueron cogiendo confianza, así que de vez en cuando, preparaban un aperitivo el fin de semana y se lo tomaban juntos en nuestra casa o en la de ellos.

Poco a poco fueron intimando cada vez más, y los aperitivos se convirtieron en una paella seguida de una larga sobremesa con  café, copa y puro.

Fueron pasando los meses y la amistad y la confianza entre las dos familias se fue haciendo cada vez mayor.
Nosotros no teníamos familia allí, y ellos tampoco, pues se habían trasladado también por motivos de trabajo a vivir allí.
Así que, empezamos a celebrar cumpleaños como una gran familia, todos juntos, y también la Navidad.

Ellos de vez en cuando salían con compañeros de sus trabajos y nos dejaban a los niños en casa.
En algunas ocasiones, si iban a volver muy tarde, me pedían que me pasara a cuidar de los mellizos a su casa, y yo pasaba allí la noche entera.

Una noche que me quedé de canguro, no era muy tarde, yo estaba leyendo un rato antes de dormirme porque no tenía sueño, y en aquella época la televisión no emitía gran cosa, y los niños ya se habían dormido. Esa noche oí la puerta muy pronto y salí enseguida a ver qué pasaba, pues era raro que volvieran tan temprano.

Me asomé a la entrada y no vi a nadie, pero de repente escuché la cisterna del váter, y a continuación se abrió la puerta.

Era Alfredo, - Buenas noches, me dijo. Se han dormido ya los mellizos?- Si, contesté yo.

- Cómo es que has vuelto tan pronto?, si no es indiscreción.

- Ana se ha quedado con unos compañeros de trabajo, dice que luego la traían a casa, y yo, la verdad es que me estaba aburriendo un poco, y no tenía muchas ganas de seguir la fiesta, así que he dicho que no me encontraba bien y me he vuelto a casa.

- Bueno, pues entonces yo ya  me marcho a la mía.

- No mujer, no te vayas tan pronto. Si me encuentro bien, es solo que me aburría la conversación y he preferido venirme, pero no tengo sueño, y Ana llegará tarde, ella estaba muy animada.

La verdad es que Alfredo tenía unos ojos azules que quitaban el hipo, pelo castaño claro, rizado, un cuerpo de deportista que me embelesaba, y una sonrisa…que sonrisa!!, con un hoyuelo que le salía en un lado de la cara… esa cara con una media barba que le quedaba de maravilla. Vamos, que se me mojaban las bragas cada vez que estaba cerca de él, pero nunca me había insinuado, aunque me gustaba y me atraía desde el primer momento en que le vi, pero yo sabía que aquello solo podía ser un capricho, un capricho imposible de conseguir, y que nunca llegaría a nada, pues a él se le notaba enamorado de su mujer, y yo solo era una cría.

 Por otra parte, yo nunca había notado nada por parte de él tampoco, pero aquella noche…aquella noche él venía con unas claras intenciones de seducirme, y lo cierto es que no le iba a costar trabajo, porque a mí se me caía la baba solo con mirarlo.

Era la primera vez que  estábamos los dos solos. Me sudaban las manos y él notó que yo estaba nerviosa.

- Venga, no te vallas, quédate un ratito conmigo, y si te aburres, pues te marchas.

- Está bien, me quedo un poquito más, y después me voy.

- Cuéntame, qué tal te vas adaptando al pueblo?, tienes algún amigo especial?

 Me puse colorada como un tomate, Cómo iba a imaginar que iba a preguntarme algo así?

- Pues no, contesté yo, la verdad es que tengo amigos, pero no hay ninguno que me guste en especial.

- Pero habrás estado ya con algún chico, no?

Un color me iba y otro me venía…A qué estaba jugando?, Qué pretendía? Desde luego que si lo que quería era ponerme más nerviosa, lo estaba consiguiendo, pero a la vez esas preguntas me ponían cada vez más “cachonda”, así que decidí seguirle un poco el juego, a ver hasta donde era capaz de llegar.

- SI, he estado con alguno, pero los chicos de mi edad no me atraen demasiado, no saben hacer nada. Solo algún beso, intentan tocarme las tetas…pero nada más.

- Nada más?, y qué te gustaría que te hicieran?

- Pues es que yo, lo que siento palpitar cuando estoy excitada, es mi vagina, y es ahí donde me gustaría que tocasen, pero no sé si no se atreven, o no saben….Qué crees tú que puede ser?, Tu cuando eras adolescente, qué les hacías a las chicas?

- JaJaJa, se rió, en mi época no podíamos hacer mucho, siempre llevábamos carabina, pero si te puedo decir lo que haría ahora si tuviera delante a una chica preciosa como tú.

Estaba claro, quería algo conmigo, y yo me estaba poniendo caliente como una perra en celo. Desde luego que si se lanzaba, no me iba a negar, así que decidí provocarle un poquito.

- Y dime, qué me harías?

Estábamos sentados en el sofá del salón, uno en cada extremo, y de pronto se incorporó un poco y se acercó para sentarse a mi lado.
Me puso la mano en la pierna, y empezó a subirla lentamente hasta llegar a mi sexo.

- Dime, es aquí donde sientes las palpitaciones?

- Sii, dije yo con la voz medio quebrada.

Yo estaba en pijama, así que era fácil meter la mano por la goma de mi pantalón.

Deslizó su mano por mi cintura bajando con sus dedos entre mis bragas hasta mi vagina, y empezó a acariciarme muy suavemente el clítoris.

- Dime, te gusta lo que te estoy haciendo?, Es esto lo que te gustaría que te hicieran los chicos?, Te referías a esto cielo?

A penas salió un balbuceo de mi boca, mientras asentía con la cabeza.

Entonces empezó a besarme por el cuello, mientras seguía acariciando mis partes más íntimas. Un escalofrío recorría todo mi cuerpo al sentir su respiración tan cerca. Mmmm, además, qué bien olía!

Noté como iba buscando mi boca, y me giré para que se encontrara con la mía.
 Empezamos a besarnos. Yo nunca había estado tan excitada. Tenía ganas de morderle los labios, y sin darme cuenta, mi mano estaba en sus pantalones, tocando su pene que estaba duro, muy duro.

Empecé a desabrocharle el pantalón para meter la mano por dentro. Yo quería tocar carne, quería sentir calor…
Se levantó un poco y me ayudó a bajarle los pantalones. En un momento nos quedamos los dos desnudos, en el salón de su casa, en su sofá.

Nos seguimos besando. Él recorrió todo mi cuerpo con su lengua húmeda, muy húmeda, pero no más que mi coño que ya estaba chorreando fluidos vaginales por mi entrepierna de lo excitada que estaba.

Me dejé caer en el sofá, y mis piernas se abrieron como se abre una almeja con el calor, y entre mis piernas abiertas su cabeza, que yo sujetaba con ambas manos, como reteniéndola para que no se apartase de allí hasta que no me llevara al orgasmo.

Su lengua lamía mis labios menores y mayores, y jugaba con mi clítoris, dándole un suave masaje.

Era todo un maestro. Me encantaba. Mis piernas cada vez se abrían más, y mi cuerpo no podía parar con un movimiento rítmico hacia arriba y hacia abajo. Era como un baile sensual de mis caderas que pedían más y más. Estaba flotando, nunca había sentido tanto placer en mi vida, y él lo sabía, igual que sabía cómo hacer disfrutar a una mujer. Subió sus manos hasta mis pezones que estaban duros, muy duros, y empezó a pellizcarlos, primero sutilmente y después cada vez apretaba un poquito más, y yo me moría de gusto, era una sensación tan…tan…tan...hummmm, no pude más y me corrí en su boca.
Por unos minutos quedé extasiada, y mientras tanto, él me acariciaba dulcemente, al mismo tiempo que sus ojos recorrían todo mi cuerpo con una mirada lasciva y de deseo, su deseo por seguir haciéndome disfrutar.

Aquel fue el primero de los muchos encuentros que mantuvimos durante un año.

Aprovechábamos siempre que su mujer no estaba, o si yo me quedaba sola en casa.

Siempre rozando el peligro por si nos pillaban. Eso lo hacía todavía más excitante y morboso.

Alfredo fue mi capricho, y el hombre que se llevó mi virginidad. Y yo fui su deseo, ya que aunque no lo parecía, su mujer no le excitaba. Realmente lo que deseaba, era el cuerpo de una adolescente, una joven complaciente y encaprichada de un hombre veintisiete años mayor, que le dio durante un año el placer y la satisfacción que no encontraba en el cuerpo de su mujer.





viernes, 11 de noviembre de 2016

LA PETITE MORT



LA PETITE MORT




LA PETITE MORT


Regreso a casa a las diez
hoy el trabajo fue duro
las cuentas no riman bien
la empresa está sin un duro
un ERE está al caer,
qué frágil es mi futuro!

Ella me espera sentada
(con poca ropa se viste)
parece algo excitada,
su timidez desinhibe
y un beso largo regala
a mi lengua, que se rinde.

En sus ojos lleva “sombra”,
por carmín, rojo ligero,
su pelo los hombros rozan,
los hombros al descubierto.
Picardías color rosa,
negro “noche” el liguero.

Me seduce en la alcoba
con strip-tease amateur,
cadenciosamente deshoja
el otoño de su piel,
con su mirada provoca
mi lujuria encender.

 Soy su único espectador
primera fila en el cielo
inmejorable su show
suma desnudez al momento,
se baja el sujetador
turgentes asoman sus pechos

Hago fiesta en un pezón
con la punta de mi lengua
lo rodeo con tesón
(todos mis problemas menguan)
y atisbo una erección
epicentro en mi bragueta.

Mis dedos cruzan la frontera
tupida de su matriz,
mis dedos rozan apenas
los rizos de su jardín
y en él hace primavera
palmo a palmo mi nariz.

Poco a poco siento anhelo
por descubrir su cobijo,
enredándome en su vello
que riza un rojo cobrizo,
en expedición mis dedos
buscando el tabú prohibido.

Su piel se eriza en segundos
mis dedos… de avanzadilla
uno de ellos lo sucumbo
al borde de su guarida,
lánguidamente lo hundo…
ella se estremece y suspira

Noto mi “corazón” adentro,
en su gruta tan ardiente
mi otro corazón siento
que palpita a ciento veinte
salgo de ella… en ella entro
¡Laura cree que se muere!

Sus pezones son dos rocas
que rocío con saliva
ambos, pasto de mi boca
se va “endureciendo” mi vida,
ella por entero, absorta
y yo… extasiado en su vagina

Abandono su humedal
retirando a mis soldados
mi boca quiere probar
su néctar, sabor salado
y aterrizo sin dudar
donde Dios puso el pecado.

Mi lengua roza su carne,
salinas son sus especias,
cuanto más pruebo, más hambre!
del ritmo de sus caderas,
Laura despacio abre
la custodia de sus piernas

Y le introduzco de nuevo
mi dedo (el corazón)
con él, dentro jugueteo
rugoso es su interior
pinto círculos pequeños
en sentido del reloj

Mis labios poso en sus labios
(los de abajo, me refiero)
mi pantalón estallando
y Laura en pleno vuelo,
sus caderas meneando
bailando a ritmo lento.

Mis manos apresan sus pechos
acaricio sus dos cimas
Laura se quema en mi fuego
su sexo perfuma vida,
ahora es un caramelo
que lamo de abajo a arriba

Logró su propósito mi lengua…
siento su placer latir,
sus piernas, sutilmente tiemblan
su miel va llegando a mí,
su voz esboza a tientas:
“Mi amor, me… voy… a morir!”…

Me agarra fuerte del pelo
y yo acelero el baile,
le regalo un par de dedos
(van de hacia atrás a adelante)
Laura grita jadeos
antes de que su alma estalle!

Y se muere gota a gota
del zumo de la pasión,
y nos envuelve el aroma
lubrica un intenso olor
y entre susurros me implora
que en ella penetre mi amor.