MI PRIMERA EXPERIENCIA LÉSBICA
Mi primera experiencia lésbica
Teníamos 14 años, y era el cumpleaños de mi amiga María. Era
viernes por la tarde y estábamos
preparando una cena para el sábado por la noche, en el local del padre de otra
amiga.
Habíamos comprado bastantes cosas para comer, y para beber
solo coca colas, fantas, y poco más, porque no nos vendían alcohol.
Teníamos preparado el equipo de música, como estábamos a las
afueras del pueblo, no molestábamos a nadie y nos podíamos quedar hasta tarde
bailando y cantando.
Nos íbamos a juntar 8 amigas. Habíamos quedado en
disfrazarnos y llevar ropa interior cada una de un color, para ver si nos
atrevíamos a terminar la fiesta bailando en bragas y sujetador.
Era un juego, para hacerlo más divertido. Una amiga se lo
había oído a su hermana, que lo habían hecho sus amigas en alguna ocasión, y
nos pareció buena idea, para hacer algo diferente.
Pero seguíamos con ganas de tener alcohol en la fiesta,
supongo que era el deseo de lo prohibido, y más a esa edad.
Al día siguiente por la mañana, me llamó María y me dijo
que ya sabía cómo conseguir alguna botella
de alcohol, que fuera a su casa a buscarla, y por el camino me lo contaba.
Así pues, me puse el chándal y las deportivas, y le dije a
mi madre que me iba a correr un rato con María. A mi madre no le extrañó, ya
que muchos sábados y domingos por la mañana me iba a correr.
Cuando llegué, María estaba en la puerta esperándome, y
llevaba unas llaves en la mano, así que le pregunté que donde íbamos, y por qué
tanto misterio.
- Vamos al local donde se juntan mis padres con sus amigos
los fines de semana. Allí hay bebidas de sobra, y si cogemos alguna botella no
se van a enterar, pero tenemos que ir ahora temprano para que no se enteren de
que he cogido las llaves, y para que no nos pillen, porque los demás amigos
también tienen llave.
Era un local situado en una callejuela estrecha en el centro
del pueblo, pero estaba bastante escondido, por lo que un sábado por la mañana,
no era fácil que nos vieran entrar, así que con mucho cuidado, y mirando hacia
todas direcciones por si alguien nos veía, nos fuimos acercando como dos
delincuentes a punto de cometer un delito.
Aquello también era emocionante, la adrenalina corría por
nuestras venas, y entre risas nerviosas y miradas furtivas conseguimos llegar y
entrar. Ufff!!, ya estábamos dentro, pero lo difícil, iba a ser salir de allí con
las botellas y que no nos viera nadie.
Llevábamos una mochila cada una, para disimular, pero aun
así, si nos había puesto nerviosas entrar sin nada, salir con las botellas iba
a ser súper emocionante, a pesar de que íbamos con un miedo terrible por si nos
pillaban, pero la aventura merecía la pena.
Empezamos a buscar por allí, y cogimos un par de botellas
cada una. Teníamos que darnos prisa, pero antes de irnos, yo necesitaba ir al
baño, se ve que con los nervios, me habían entrado ganas de hacer pis, así que
pasé al aseo, y de pronto, oímos la puerta.
Yo estaba en el retrete sentada, y María en la puerta
esperándome, pero las dos nos quedamos quietas como estatuas.
Allí no había
donde esconderse. Era un local rectangular, con un par de aseos al fondo.
Lo único que había era una pequeña barra de bar, pero era
imposible llegar allí sin que nos vieran.
Desde el baño, pudimos ver que era uno de los amigos de su
padre.
- No pasa nada, dijo María, seguro que ha venido a por alguna
cosa que se le ha olvidado y se va enseguida, no creo que venga hasta aquí.
En el local, había una mesa muy larga rodeada de sillas, y
también había otra zona separada por tres sofás, con una gran televisión.
En un lateral la barra de bar, con algunos muebles de
cocina, un frigorífico y un congelador grande, y al fondo los aseos.
Sebas, que así se llamaba aquel señor, se fue al
frigorífico, cogió una cerveza y se sentó en un sofá a ver la televisión
tranquilamente.
María y yo nos miramos y encogimos los hombros con
desesperación.
No podíamos hacer otra cosa que esperar en silencio hasta
que se fuera, pero era tan raro que estuviera allí, que estábamos
desconcertadas y a la vez muertas de miedo.
Qué íbamos a decir si nos veía?, se lo contaría a los padres
de María y adiós fiesta!!
De repente se levantó, y se llevó la mano a su paquete, un
gesto bastante típico en los hombres, y mientras se lo colocaba, vimos como
venía hacia nosotras.
La cerveza le había dado ganas de orinar y venía derecho al
baño, nos habían pillado!!
- Vaya, vaya, a quién tenemos por aquí?, qué estáis haciendo
chicas?
Por su tono, pronto nos dimos cuenta, de que esa cerveza no
era la primera que se tomaba aquella mañana.
- Hemos venido a por unas cosas que me ha pedido mi madre,
pero ya nos íbamos, no te preocupes, no te molestamos más, le dijo María.
- Molestar?, no me molestáis. Qué lleváis en las mochilas?
- Ya te lo he dicho, unas cosas que me ha pedido mi madre.
- Bueno, pero puedo saber qué es lo que te ha pedido tu madre
tan urgente un sábado por la mañana?
Cogió una de las mochilas y miró dentro. Cuando vio las
botellas….
- Así que tu madre te ha pedido botellas de bebida?, Por qué
será que no me lo creo?
- Está bien, es mi cumpleaños, y vamos a hacer una fiesta
esta noche, pero no podemos comprar alcohol, así que pensé que nadie echaría en
falta unas botellas aquí, pero por favor no se lo digas a mis padres, que si no,
me castigarán sin la fiesta de esta noche.
- No te preocupes guapa, esto no tiene por qué salir de aquí.
- Muchas gracias Sebas, ya nos vamos y te dejamos tranquilo.
-Dónde vais tan deprisa?, me apetece que os quedéis aquí a
hacerme compañía. He tenido una mala noche.
- Es que tenemos un poco de prisa, aun nos faltan cosas por
comprar y quiero devolver las llaves antes de que mi padre las busque y no las
encuentre.
- No te preocupes, tus padres no se van a enterar, pero esto
es un trato entre vosotras y yo.
Yo no diré nada, pero tendréis que hacer algo por mi, no???,
yo creo que es lo justo.
- Está bien, y qué quieres que hagamos?, No nos irás a hacer
nada verdad?
La verdad es que Sebas era de los más jóvenes de la
cuadrilla de sus padres. Llevaba poco tiempo casado, y acababa de tener un bebé
hacía unos meses, y parece que no le iban muy bien las cosas con su mujer.
Tenía unos 40 años, 1’80 m, complexión atlética, moreno,
ojos verdes….vamos…que estaba muy bueno, o al menos a mí me lo parecía, y en
alguna ocasión se lo había dicho a María, que el amigo de su padre estaba como
un “queso” de rico.
- Bueno, yo no os voy a hacer nada, a no ser que vosotras
queráis, pero….algo tenéis que darme a cambio de mi silencio.
- Dime qué quieres!, exclamó María un poco alterada ya por la
situación.
- A ver , María , guapa, no te enfades, porque lo podemos
pasar muy bien los 3 aquí juntitos.
- Pero cómo?
- Vosotras sois muy amigas, verdad?
- Si, y qué?
- Las chicas siempre vais juntas al baño, os habéis tocado
alguna vez entre vosotras?
- Y eso qué tiene que ver?, No entiendo qué es lo que quieres
Sebas.
- Pues lo que quiero, es que os hagáis algo entre vosotras,
estoy seguro de que no es la primera vez.
La verdad, es que alguna vez entre nosotras nos habíamos
dado algún beso, por probar a ver que se sentía, y también nos habíamos
mostrado nuestras partes íntimas, comparando a ver quién tenía más vello, y
esas cosas que nos parecen tan curiosas a esas edades, pero nada más que eso.
El caso, es que a mí, toda aquella situación, me estaba
dando un morbo terrible, así que le dije a María, - Venga, no te enfades, no
nos cuesta nada darnos unos besos, puede ser divertido.
- Claro María, hazle caso a tu amiga, y daros unos besitos
para mí.
Soltamos las mochilas y nos acercamos una a la otra. Nos quitamos la parte de arriba y nos quedamos en sujetador. Cogí a
María por detrás y empezamos a besarnos.
Le miramos, y vimos que se estaba tocando, y aquello nos
empezó a excitar a las dos.
Nos fuimos al sofá, y allí seguimos quitándonos ropa. Nos quedamos un rato con las con las braguitas puestas.
Seguimos besándonos, y empezamos a tocarnos, primero las
tetas, y después noté como María cogía mi mano y la llevaba a su sexo. Empecé a
tocarla, estaba muy húmeda, tanto como yo. No hizo falta que yo cogiera su
mano, antes de darme cuenta, ella ya estaba acariciándome a mí también,
sintiendo mi humedad como yo sentía la suya.
Sebas se había desnudado, y estaba en uno de los sofás
mirándonos y masturbándose, con una cara de vicioso adorable.
Nosotras seguimos tocándonos y besándonos. La verdad es que
tampoco sabíamos hacer mucho más, así que Sebas nos dijo que por qué no nos
lamíamos nuestro sexo la una a la otra.
Me quité las bragas y me tumbé en el sofá, y empecé a sentir la lengua de María en
mi coñito de 14 años, aquello me gustaba, ohhh Dios, como me gustaba!!. Empecé
a tocarme las tetas y a pellizcarme los pezones yo sola, mientras mis caderas
se balanceaban arriba y abajo, sintiendo un placer que no había sentido antes.
Acariciarme con el dedo si lo había hecho otras veces,
incluso había tenido orgasmos, pero la humedad de aquella lengua….era una
experiencia nueva, y me estaba gustando.
Tal vez la situación, ver cómo nos miraba aquel hombre mientras
se pajeaba excitado con nuestros cuerpos de niña, ver aquel pene duro entre sus
manos, y su cara de placer y morbo….
María siguió chupándome hasta que me corrí en su boca, y a
continuación cambiamos de posición, y fui yo la que empecé a chuparle todo. Comencé despacio, jugueteando con mi lengua entre sus labios menores y mayores,
buscando su clítoris para hacerla disfrutar tanto como ella a mí.
Yo seguía muy excitada, saber que Sebas estaba justo detrás
observando me tenía completamente descontrolada sexualmente, así que, elevé mi
culo hasta ponerlo en pompa, invitando a Sebas a entrar dentro de mí.
Enseguida se dio cuenta de mi deseo, y se acercó hasta mí
por detrás, sentí como me ponía una mano en la cintura, y con la otra empezó a
acariciarme. Noté como metía un dedo en mi vagina, y luego dos, yo estaba
chorreando, y al momento noté como empezaba a entrar su polla dura, muy dura,
dentro de mí.
Empezó con movimientos muy suaves. Una mano estaba en mi
cintura, y la otra agarrando mi hombro, con esa mano me movía hacia adelante y
hacia detrás cada vez que él empujaba.
Yo seguía chupando a María, estaba excitadísima. Las dos gemíamos
de placer. Estuvimos así un buen rato, disfrutando cada segundo, hasta que
primero se corrió María en mi boca, después me corrí yo sintiendo aquel falo
caliente y después noté como Sebas se corría dentro de mí.
Su semen empezó a resbalar por mis muslos. No podía verle porque estaba detrás de mí, pero podía oír su respiración agitada, y se dejó caer en uno de los sofás.
Nosotras nos tumbamos juntas, nos miramos, y nos sonreímos y nos besamos una a la otra dulcemente.
Nunca me "puso" una escena lésbica pura. Quiero decir, donde el hombre está ausente o no participa. En tu relato, el placer que se proporcionan las chicas lo está sintiendo el hombre al excitarse y más cuando decide participar penetrando por detrás y llenar de leche ese hueco precioso y preparado para él.
ResponderEliminarTe has lucido con esa figura masculina.
Y ya te echaba de menos, que estás muuuuuy perdida....